Vistazo Crítico 88: Erwin Wurm en Bogotá.


En este momento está abierta al público la exposición “Erwin Wurm. La memoria en la era de la Globalización. Perspectivas de la mirada desde afuera” curada por Sàrolta Schredl. Hay que anotar que Schredl invitada por el equipo curatorial del MAMBO en cabeza de María Elvira Ardila, tiene una amplia trayectoria en el campo de la curaduría y de la gestión cultural internacional, lo que garantiza como resultado de su mirada, una exposición de calidad, alejada de intereses personales y gremiales que tanto se ven en nuestro reducido medio cultural. Es decir que esta exposición, lejos, muy lejos de las exposiciones pantalleras que tanto nos deslumbran (lo de pantalleras hay que tomarlo literalmente, donde por ejemplo una sala de exposiciones se llena de pantallas hasta el último rincón), es una muestra de gran calidad formal y conceptual de uno de los artistas más importantes de la contemporaneidad.


Ello, Yo y Superyo; (2008) Escultura, Aluminio y ropa.

Hace unos cuantos años, cuando vi por primera vez la obra del austriaco Erwin Wurm en París, me di cuenta que tenía enfrente una obra bastante crítica de la sociedad de consumo, que utilizaba el humor como instrumento para deshacer lo convencional, que pensaba la fotografía como objeto, que se servía del cuerpo para crear situaciones inverosímiles, que rompían con la cotidianidad del espacio íntimo y público y que cuestionaba formalmente la idea de la escultura y la cultura en una sociedad extremadamente conservadora como la austriaca. La obra de Erwin Wurm ocho años después, insiste en algo fundamental, yo ya lo he dicho pero hay que insistir en ello: lo contemporáneo en el arte, no se concibe como una técnica en sí, sino como una aptitud frente al presente. Esto sentencia sirve para contradecir a aquellos puristas que creen que el ser contemporáneo es solamente mostrar vídeo-arte. Tal aptitud frente al presente, este artista la asume con ironía, humor y crítica. La fotografía por ejemplo, deja de ser un simple soporte o registro para devenir escultura, objeto en sí mismo que ocupa un espacio. El filósofo Emanuel Levinas, a quién el artista hace referencia con frecuencia al hablar de sus obras, afirma “que toda obra de arte es una escultura, una estatua donde el tiempo se ha detenido”. Por el hecho de asumir la tridimensionalidad los límites de la imagen tocan lo escultórico. Inevitablemente, las fotografías de Wurm, siguen colgadas en la pared, pero su carácter objetual es evidente. De otra parte sus fotografías son registros de esculturas efímeras, como el artista denomina a sus acciones.


59 posiciones. DVD. (1992).

El cuerpo en las obras de Wurm, así como su propio cuerpo o de otras personas, es pre-texto para la escultura y la fotografía. Un cuerpo que hace resaltar el espacio invirtiendo el sentido de lo que comúnmente vemos: por ejemplo de los orificios de la fachada de un edificio, de una casa (ventanas, puertas), o de recipientes como una caneca, "salen" o "entran" torsos de hombres o mujeres, piernas, brazos, creando una sensación de mundo al revés: ¿dónde está el arriba o el abajo? ¿El personaje está de pie o acostado? Con este hábil procedimiento, Wurm hace de la escultura - y de la acción plástica-, un mecanismo para subvertir lo que estamos acostumbramos a ver. En la serie “Brothers and Sisters” (2001) vemos a Sister Ruth en un corredor de un claustro, se inclina hacia la pared recubierta en madera hasta que su cabeza toca la superficie. Esta postura algo extraña del cuerpo de la religiosa, entra en una profunda contradicción con el espacio que habita. O como cuando el cuerpo de un cura, en otra de esas imágenes, arrodillado con los brazos al aire en aptitud de alabanza a Dios, contrasta con el paisaje solitario de una cancha de football, en un contexto donde el football como la religión son elementos fundamentales de alienación popular.


Esculturas de un minuto. (1997). Fotografía.

Pero Wurm va más allá en su procedimiento formal y conceptual: ¿Qué es la escultura? Parece ser su pregunta fundamental. Para intentar responder, él crea sus "esculturas de nada": un conjunto de vitrinas donde aparentemente no hay nada. Sin embargo, si nos acercamos vemos el polvo que el tiempo ha instalado al interior o sobre la superficie del vidrio. Esto nos acerca a la fotografía que tomó Man Ray sobre uno de las obras de Marcel Duchamp, donde se ve el cultivo de polvo que le cubría. Esta experiencia plástica, que desafortunadamente no está incluida en la muestra del MAMBO, llevó a Erwin Wurm hacia sus "esculturas blandas", donde el cuerpo, gracias a diferentes movimientos modifica y transforma un pullover, y sus “esculturas exteriores” (Serie Taipei del año 2000) y “esculturas interiores” (Serie Cahors del año 1999), donde el vídeo, la fotografía y el vaciado en acrílico logran ampliar el concepto de escultura. Su obra de estos años tiende a contradecir la rigidez y la monumentalidad propia de la escultura moderna.


Su más reciente obra son las "esculturas efímeras" : con la ayuda de la fotografía y el video, el artista materializa y congela acciones que no duran demasiado tiempo: un hombre que parece estar acostado en una calle congestionada de Pekin, pepinillos entre los dedos de sus pies, un vigilante que exprime cuatro naranjas con sus manos y pies simultáneamente, una mujer dentro de una caneca de basura donde solo vemos sus pies, o el artista mismo tratando de caminar sobre pelotas de tenis, en una inevitable pérdida del equilibrio y caída constante. Como parte de las esculturas blandas, Wurm nos muestra un vídeo de 20 minutos que lleva por título “59 posiciones”. Este registro me recuerda un texto de Julio Cortázar, donde un personaje en el intento fallido de ponerse un pullover correctamente, terminan generando una narración imposible, pues él no logra encontrar por donde sacar la cabeza. En esta acción sucede algo similar: el cuerpo intenta una y otra vez ponerse una prenda de vestir, de manera equivocada generando extrañas formas corporales y nuevas maneras de asumir el espacio.


The fat car. (2003) Escultura.


The fat house. (2005). Escultura.

A falta de las dos esculturas famosas “El carro gordo” (2002) y “La casa gorda” (2004) hay dos vídeos en la muestra del MAMBO; el primero, “I love My Time, D’ont like my time” (2003) donde aparece el famoso carro obeso de Wurm, símbolo del consumo y la especulación financiera de nuestras sociedades globalizadas; y el segundo, “Am i a House?” (2005). En ambos vídeos, los objetos que materializan el sueño del hombre contemporáneo, se personifican y enuncian un frases como ésta: “Me avergüenzo de mi tiempo… Tengo náuseas… Por culpa de mi tiempo… También… nuestro tiempo”. Esta frase, absolutamente filosófica enunciada por un automóvil obeso, que sin duda no rodará demasiado a causa de su excesivo peso, abre paso a una serie de esculturas donde los filósofos tan importantes para la obra de Wurm, son tomados como objetos artísticos.


Adorno como Oliver Hardy en la muchacha de Bohemia (1936) y la carga de la desesperación. (2006)

Escultura. Acrílico y ropa.

En “Adorno como Oliver Hardy en la muchacha de Bohemia (1936) y la carga de la desesperación” (2006) reconocemos al teórico de la Escuela de Frankfurt víctima de su propia crítica: aquél quien criticara el apogeo de la industria cultural donde la opulencia marcaría el camino de nuestras sociedades, se ve víctima de una obesidad descomunal donde su cuerpo se asemeja a una hamburguesa, listo a ser devorado. En “Deleuze se arrodilla” (2006) vemos al filósofo con las manos en los bolsillos en una genuflexión imposible. Sus piernas de arrodillan al revés, como mostrando lo imposible: el crítico más acérrimo del capitalismo arrodillado, eso nunca, parece decirnos Wurm. En su escultura “Filósofos” (2009) vemos a un personaje (que bien podría ser Rancière) como si fuera un fisicoculturista pasado de peso. Esta serie de los filósofos donde ni siquiera el propio Wittgenstein se salva de la flexibilidad del cuerpo, resultado de una reflexión bastante compleja donde el mundo de las ideas no logran tener asidero real en el mundo material, marcado por intereses económicos que determinan las posturas del cuerpo, su forma y la existencia en la era de la globalización.


La urdimbre en el espacio de Wittgenstein (2003). Escultura. Acrílico y ropa.

Golpe de ira (2007). Escultura.

Austria hace desde hace varios años estaba atrapada dentro de una cierta pesadez histórica, donde el partido de la derecha hacía coaliciones con la extrema derecha para compartir el poder y, los austriacos parecían más que nunca, estar bien dormidos, frente a una ideología del trabajo y el progreso (trabajar, trabajar y trabajar para consumir: es el slogan de toda sociedad conservadora) Cualquier cercanía con nuestro país es pura coincidencia. Peter Handke el conocido escritor austriaco al final de los 80 nos dice en su famoso "Ensayo sobre la fatiga": "¿A caso no es, de toda evidencia una opinión? No es una opinión, sino una imagen: pues lo que yo pensaba, lo estaba viendo. Entonces lo que es opinión, y quizá inexactamente, es posiblemente la palabra "pueblo" (...) ese "montón de sin fatiga, terco, condenado, a no reconocer sus errores, su desconcierto, y a girar en círculo sin parar". Esta reflexión de Handke nos hace pensar en la obra del también austriaco Erwin Wurm (1954), quien no es indiferente a los cambios políticos de su país que pretenden permanecer en una cierta pesadez histórica: por ejemplo la candidata presidencial de la ultraderecha Bárbara Rosenkranz, conocida por su discurso xenófobo y antieuropeo de corte ultranacionalista, reclamaba públicamente la derogación de las leyes contra el nazismo. Por fortuna el socialdemócrata Heinz Fischer ganó las elecciones en abril de este año. Los cuadros tejidos de Wurm donde aparecen algunas expresiones como “Sí biológico” (2009) escrito en letras violetas, donde se alude a la cuestión racial como proyecto político, o “Bruma Azul” (2009) donde se alude directamente a un panorama conservador que impide ver claro.

El Museo de Arte Moderno de Bogotá, tiene en sus salas una obra excepcional de uno de los artistas más importante de nuestra época.

Ricardo Arcos-Palma. Bogotá, 16 de junio del 2010.

Comentarios

Anónimo dijo…
uf, genial, qué chéveré la expo... gracias por el texto.