Vistazo Crítico 149: MARÍA JOSÉ ARJONA: Ese animal que deviene siendo.


María José Arjona / Ese animal que deviene siendo

Existe un exceso de humanidad. Esta frase es en sí muy controvertida pues precisamente es la falta de humanidad que parece dominar el mundo.  Estamos inmersos en una verdadera crisis del humanismo, Nietzsche ya lo había anunciado. Sin embargo, ¿cómo hacer para situar de nuevo en el corazón del debate contemporáneo el problema de la humanidad? Esta noción ha sido pensada desde su contrario lo inhumano. Esta noción tan cara para Jean-François Lyotard, no es lo que deseo evocar aquí, así exista un cierto vínculo con la animalidad. Quizá sí la de Deleuze, Gauttari y Derrida entre otros. ¿Cuál es entonces la relación existente entre lo humano y lo animal? Esta relación que parece evidente, no siempre es consensual. Se da un verdadero combate entre estas dos entidades, a creado un abismo donde el uno domina al otro y  excluyendo al mismo tiempo toda posibilidad de equilibrio. En esta relación de desequilibrio, tememos al animal y en consecuencia le hacemos sufrir las peores cosas: nuestro temor se transforma en violencia desbordada hacia lo que tememos, por que no nos es familiar, nos es extraño. 





Proyectamos entonces en el animal una serie de temores que se traducen en todo lo negativo del ser humano que no queremos aceptar: ballenas “asesinas”, perros “salvajes”, etc. Lo animal es sinónimo de irracional e impulsivo. Cuando es todo lo contrario, lo animal es sensibilidad pura, es decir “piel erizada” diría Antonin Artaud. Se trata más bien de crear una especie de “alianza” con lo animal. Así los seres humanos en su exceso de humanidad, que los ha hecho paradójicamente inhumanos, devendrían animales en una “simbiosis” perfecta. Precisamente Gilles Deleuze y Félix Guattari han desarrollado esta idea en el capítulo dedicado al “devenir-animal” (Mille plateaux, 1980). 



Este diálogo roto, entre el ser humano y el animal se intenta restablecerse para recuperar esa alianza fundamental. Conocemos uno de esos últimos diálogos entre el filósofo Derrida y su gato (L’animal que donc je suis, 2006) donde el ser pensante se reconoce en la mirada de su semejante gracias a la desnudez al salir del baño. Sin embargo, ¿es posible de establecer un diálogo con aquél que parece no decir nada puesto que está desprovisto de pensamiento y en consecuencia de voz? Joseph Beuys nos había ya mostrado, en su célebre performance I like America and America Likes Me (1974) que esto era posible, pues él consideraba que nosotros tenemos mucho en común con la bestia: su diálogo con el coyote puso en evidencia esos lazos comunicantes ancestrales. Lo mismo podríamos decir de Ana Mendieta quien deviene ave sacrificada: en Muerte de un pollo(1975) aparece ella desnuda cubierta de sangre de pollo y plumas. Oleg Kulik y su obra Reservoir Dog(1995), donde este deviene un perro y el día de la inauguración ataca a los visitantes particularmente a los críticos, curadores y coleccionistas de arte. Andrzej Partum y su Animal Manifesto(1980) Renata Schussheim con Epifanía(2006) y Matthew Barney en varias de sus obras, entre tantos otros realizan obras que dan cuenta de esta estrecha relación. 


Por eso me propuse escribir sobre esa Pequeña Historia de la Animalidad, publicada parcialmente en Quebec bajo el título de Animalités[i]; y al hacerlo me he dado cuenta que la relación humano y animal prevalece desde la antigüedad hasta nuestros días y que la lista de artistas contemporáneos que se refieren a los animales en sus obras es enorme. Sin embargo, muy pocos logran no solo referirse a los animales sino también dar cuenta de la esencia de los animales, pues su presencia dentro del imaginario colectivo es contundente. Este es el caso de María José Arjona, quien en buena parte de sus obras la animalidad es una condición fundamental. En la obra 365 días(2000) presentada en el Museo de Arte Moderno de Santa Marta durante el proyecto Actos de Fabulación curado por Consuelo Pabón, donde la artista dispone minuciosamente una serie de huevos para pararlos detrás de su cabeza mientras ella está acostada y avanza lentamente. Vestida de blanco, sus movimientos se vuelven meticulosos como los del animal que en este caso se arrastra por el suelo pero boca arriba. Las aves del lugar y su cantos acentuaban misteriosamente este grado de animalidad con los que les da origen el huevo. El huevo es vida contenida y muerte a la vez en un ciclo donde el número de huevos se unía al ciclo anual. Aquí ya aparecía ese vinculo perfecto quizá aún no tan evidente con una obra que presentaría años después titulada Avistamiento(2015) donde el seguimiento de las aves migratorias dan cimiento a su elaboración plástica. Este mismo principio se presentó está vez arrastrándose casi reptando boca abajo y vestida de negro dentro la exposición Arte ≠Vida con su obra Camine despacio (2011). Los huevos se disponían minuciosamente dibujando frente a nuestros ojos una línea blanca de huevos parados. La animalidad contenida en potencia en estos huevos que luego serán quizá aves. 

En línea de vida(2016), obra presentada en el Centro de Arte Contemporáneo de Quito (proyecto LARA), y obra central en la exposición del MAMBO, sucede algo similar. Su cuerpo vestido de negro está sobre el suelo: está condición de estrecho contacto con el suelo demuestra ese alto grado de animalidad pues nada hay nada más animal que sentir la tierra así sea para emprender el vuelo o sumergirse en lo más profundo del océano. Su cuerpo que recuerda en esta obra al lobo marino, según sus propias palabras[1], se desplaza varios metros en un va y viene rosando con sus manos, caderas, muslos, cuatro mil botellas vacías suspendidas del techo. El sonido de las botellas generado por el roce del “animal marino” en que se ha transformado María José, recuerda el sonido del mar, que por cierto le generaba pavor a la artista. Esta es a mi juicio una de las obras más contundentes de la exposición donde la obra es convierte en una verdadera instalación sonora. Su estancia en la isla de los Galápagos sin lugar a dudas le permitió a la artista explorar otros aspectos de su corporeidad unidos a estos fabulosos animales. Incluso esta idea de metamorfosis ya se había visto en Pero yo soy el tigre(2013) presentada en la Galería Mor Charpentier, la mutación en el felino se concentra en un ir y venir minucioso llevando escombros de un lado para otro que se han amontonado a manera de montículo para terminar en una dibujo geométrico en el otro lado de la sala. Si hay algo que caracteriza al felino es el sigilo, la lentitud cuando se desplaza. La artista muta completamente en este maravilloso animal. 


Una de las obras que más me gusta y que manifiesta la presencia de ese animal con mucha fuerza es Avistamiento (2015) resultado de una larga exploración del vuelo de la aves migratorias como las águilas que atraviesan de norte a sur del continente americano con los cambios climáticos. Curiosamente esas aves pasan por Colombia y es ahí donde la artista se detiene a mirar esas aves. En el espacio de Flora Arts Natura durante seis meses ella elabora una serie de acciones cambiantes y colaborativa en al que participan varios artistas como Fernando Pinto quine esculpe un huevo en piedra que instala a la puerta del lugar recordando esos primeros huevos instalados en Santa Marta tiempo atrás; la misma artista elabora con cuerdas un tejido que semeja un nido. En la misma sala, aparece una gran mesa con varios elementos , libros, dibujos objetos que aluden al mundo de las aves. Y de vez en cuando la artista aparece ella transformada en una gran ave. Vestida de negro con un gran traje que se extiende a lo largo de su cuerpo como si fueran las plumas de a cola de una ave. Su cabeza reposa dentro de una jaula de pájaros. Debajo de la mesa sus manos de vez en cuando, lenta y delicadamente se abren y se cierran simulando el aletear de las aves. No hay duda María José se ha transformado en una ave mientras sus pensamientos parecen intentar romper la jaula que encierra la cabeza-razón y emprender el vuelo. El vuelo llega a Alemania bajo el nombre de You are splendid(2016) y la obra se presenta en el Kunsthalle de Osnabrück.

En suma, como se han podido dar cuenta, una aspecto de la obra de María José Arjona se inscribe dentro de esta dimensión donde lo animal es exaltado, donde lo instintivo y la sensibilidad, elementos constitutivos de la animalidad nos dan la clave para entender lo que aún pervive de humanidad. Nietzsche ya lo había anunciado en su famosa obra Humano demasiado humano(1978): la idea de suprahumanidad no es el super-hombre indestructible sino la exaltación de la animalidad en lo humano que la ha silenciado por el exceso de racionalidad y lo ratifica años más tarde en Así habló Zaratustra(1891): “El humano es una cuerda tendida entre la bestia y el sobrehumano, una cuerda sobre un abismo”. Es decir que lo que une al animal y el sobre humano es lo humano. Somos tránsitoperdiciónsegún Nietzsche y esa es lo maravillosamente terrible de la condición humana que es instinto y razón al mismo tiempo. 

Ricardo Arcos-Palma
Bogotá, marzo del 2018. 

 Línea de vida: performance, MAMBO.
  

Petite Histoire de l'Animalité:

María José Arjona: Ese animal que migra. Entrevista publicada en Artishock:
notas:

[1]Entrevista a María José Arjona. Realizada en Bogotá el 27 de marzo del 2018, publicada en audio en el canal A Oreja Tendida y transcrita parcialmente y publicada por la Revista Artishock. 


[i]Arcos-Palma, Ricardo. Vers une petite histoire de l’Animalité. In Animalités, Inter, Art Actuel, No 113, Québec, 2013. Éditor invitado Arcos-Palma, con la colaboración de Paul Ardenne, Charles Dreyfus, Michael La Chance, Helge Meyer, Isabelle Demers, Richard Martel, entre otros. 

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