Vistazo Crítico 130: Caribe Conceptual.


 
CARIBE CONCEPTUAL
Claustro de la Presentación/Cartagena.

Es la segunda versión de la Feria de Arte Art Cartagena desarrollada a comienzos de año en Cartagena de Indias. Los organizadores de esta feria comisionaron al curador Santiago Rueda Fajardo para curar la exposición titulada Caribe Conceptual.  Esta muestra logró despertar mi interés pues pone en práctica ciertas teorías contemporáneas, que ya Gerardo Mosquera[i],  incluso el mismo Nicolas Bourriaud[ii] han puesto de manifiesto en su más recientes investigaciones sobre arte contemporáneo: la cuestión del origen no es fundamental: Mosquera insiste que no hay que pedirle pasaportes o libretas de identidad a los artistas y en consecuencia a sus obras y, Bourriaud con mucha similitud, afirma que los orígenes son problemáticos pues acentúan el fundamentalismo. Y cuando hablamos de origen, nos referimos a esas posturas identitarias (postmodernas) que han hecho de estas nociones, un feudo infranqueable creando verdaderos guetos, que no aceptan nada que venga exterior de ellos y condicionando la producción artística a encerramientos conceptuales. Aunque esta postura no niega la experiencia del lugar, pues los artistas que componen la muestra, como dice Rueda “están claramente marcados por la experiencia caribeña”.

Santiago Rueda con su exposición logra acentuar esa idea que se tiene del Caribe, no propiamente lo que es el Caribe. De ahí que lo que está en cuestión es el lugar en sí. Desde el título de la muestra que ya es provocador, la idea del Caribe Conceptual apunta a la idea más que a la región. No es para nada el Conceptualismo en el Caribe. A mi pregunta ¿Cómo abordó esa idea curatorial? Rueda responde:

“A partir de la invitación a construir una muestra con artistas “de la costa” pensé en un concepto más amplio, considerando al Caribe como un espacio geográfico y cultural diverso, extenso y trasnacional. Así a partir de la invitación a seis artistas colombianos de diferentes generaciones, que van desde Álvaro Barrios a William Aparicio, escogí algunos trabajos que construyen de manera testimonial, alegórica y conceptual al Caribe y a la experiencia de profunda mezcla cultural que hay en él, desde la perspectiva, como acabo de afirmarlo, de seis artistas colombianos contemporáneos”.

Caribe Conceptual, es una propuesta  curatorial realizada juiciosamente por uno de los curadores y teóricos más relevantes en este momento en Colombia que reúne dos figuras consolidadas como Álvaro Barrios y Ofelia Rodríguez. Una artista con una trayectoria sólida como María Isabel Barrios y tres artistas emergentes, William Aparicio, Fernando García y Emma Ana, quienes pese a su juventud ya gozan de un prestigio nacional importante. Cinco de ellos pertenecientes a la región Caribe y uno de ellos del interior del país, lo que garantiza una apertura más allá del lo puramente regional.



Álvaro Barrios expone dos obras: la primera : El mar de Blas de Lezo (2015), que ya se había expuesto en su gran retrospectiva en la BLAA, recubre toda la pared con papeles impresos de color azul en una de sus caras y en otra de color rojo. Los papeles se ondean levemente como si fueran olas sobre nuestra cabeza. Esta obra alude al héroe español que ganó la batalla a los ingleses en la famosa Batalla de Cartagena. Barrios muestra las contradicciones de una época donde se defendía a toda  costa un fortín de donde salían las riquezas hacia la Madre Patria. El colora azul del mar, sin duda contrasta con su revés el rojo de la sangre que se mezcló durante siglos por quienes detentaban el poder colonial. La segunda obra de Barrios, Diálogo de Reinas (2013), es una obra que se inscribe dentro del mismo registro de conflictos coloniales donde los mares juegan un papel fundamental: La guerra de las Malvinas como escenario histórico sirve de soporte a esta obra, donde se mezclan en una correspondencia inventada por el artistas, las cartas de Evita Perón, Margaret Tatcher y la Reina de Inglaterra Elisabeth II. La correspondencia entre ellas deja entrever el conflicto entre Argentina y Reino que fue muy álgido en la década de los ochenta. 


William Aparicio expone dos grandes fotografías bajo el título “La Playa” (2014). En una de ellas los cuerpos de las turistas son masajeados con oleos marinos, por los trabajadores informales del lugar, que se ganan la vida de esta manera. Una mezcla entre erotismo y exotización es revelada en éstas imágenes, cuestionando la idea del esparcimiento y la visión del turismo sexual. En la otra fotografía vemos una cantidad de turistas sentados a la sombra de las palmeras: la situación y le colorido, de ese hacinamiento vacacional, nos hace recordar esas situaciones impresionistas pintadas a finales del siglo XIX por Renoir. Hay bastante humor e ironía estas obras que logran mostrar una situación diferente del turismo: el lugar de esparcimiento en “temporada alta” se convierte en un verdadero parqueadero donde no hay lugar para la tranquilidad.  
 
Emma Ana, con su obra “Mad In China” (2014) colecciona una serie de vajillas de fabricación china, las que interviene a manera de collage. Estas piezas, principalmente platos, se disponen en la pared, convirtiéndose en el soporte de una imaginario local que se hibrida con la fabricación en masa. Lo artesanal de lo local con la invasión global, “hecho en China”, cuestiona la realidad del mercado y el estatutos de lo popular como elemento de consumo. Estas obras al mismo tiempo materializan la idea de la identidad, pues a simple vista parecen vajillas pintadas a mano con motivos caribeños. El pastiche se instala cuestionando con ironía la idea de lo regional. Aquí ya no hay regiones sino una intercambio de influencias y materiales.


Fernando García con su “Serie desnudos-El eslavón perdido”, (2008-2013) realiza una serie de pinturas en óleo sobre madera de pequeños formatos, que se reapropian de obras de la historia del arte de artistas como Botticelli, Magritte, Bruguel, etc, En esas obras, se genera un tensión pues los personajes han desaparecido extrañamente del plano de representación, convirtiendo esas obras en verdaderos escenarios de un crimen. La desolación de estas obras: La Venus de Botticelli ha desaparecido, los personajes de Magritte ya no están en la escena y la multitud de personajes de los cuadros de Bruguel han dejado también el recuadro. Ese vaciamiento, recuerda la tensión entre la fotografía y la pintura donde los sujetos ceden paso a los objetos.  Ya los sujetos no nos interesan decía Francis Picabia en el apogeo del dadaísmo. García parece insistir en esto, pero estas obras se revisten de un extraña sensación, siniestra diría Freud, pues nos son familiares esas imágenes, extrañamente familiares. Los personajes parecen haber huido a otra parte, como si ahí fuera a acontecer lo peor. No deja de arrancarnos una sonrisa estas obras que desde mi punto de vista son de lo mejor de la exposición.



María Isabel Rueda, presentó su obra de gran formato “Yo soy también el otro” (2010) un alimón realizado con la colaboración del artista mexicano Marcos Castro. En esta obra se ven los animales de los escudos de México y Colombia (El Águila y El Cóndor) y ambos parecen luchar con una gran serpiente, mientras varias mariposas negras y blancas revolotean a su alrededor. Las mariposas negras, han sido siempre signos de mal agüero, lo que acentúa la idea dramática de este combate de sentimiento nacional y la serpiente si bien fue condenada al mismísimo infierno por la visión cristiana, aquí recupera su fuerza pre-hispánica. Cada animal parece luchar dentro de ese imaginario del sentimiento nacional de nuestros dos países. Sin embargo la idea de la otredad, viene acentuada sin duda, por la tragedia que vive hoy México similar a la que estamos tratando de dejar de lado en nuestro país.   


Finalmente pudimos disfrutar de la obra de Ofelia Rodríguez, quien hace parte de las pioneras del arte pop en nuestro contexto. Sus obras pictóricas recuerdan mucho su universo plástico de una cierta cultura pop que se enmarca dentro de la tradición caribe con lo popular religioso de la región de Boyacá. Existe un sincretismo interesante en su trabajo donde la influencia de estilos y tradiciones hacen de su “pintura” que es absolutamente objetual, una obra en la cual podemos experimentar la tradición y la contemporaneidad. Cosa bastante difícil cuando se trata de obras que cuestionan la pintura  pero sin dejarla de lado. Una obra que desde hace tiempo ya, hace parte de la historia del arte en Colombia, pues ha sido reconocida por los críticos Germán Rubiano, Álvaro Medina, Eduardo Márceles Daconte y José Hernán Aguilar entre otros.

Caribe Conceptual es una apuesta curatorial que enriquece el panorama de las feria de arte de Cartagena, que si bien tiene una clara intención comercial, con este tipo de exposiciones logra situarse al lado de las grandes ferias de arte como ARCO y ARTBO donde existe una verdadera vocación pedagógica que trata de problematizar artísticamente el lugar donde sucede el evento. No faltó quien cuestionara esta exposición por tildarla de falta de investigación sobre el lugar. Sin embargo, Santiago Rueda logró una vez más, realizar un trabajo serio que demuestra que el Caribe es mucho más que playa,  brisa y mar.

Ricardo Arcos-Palma.
Cartagena de Indias-Bogotá; enero del 2015.



[i] Mosquera, Gerardo. Contra el arte Latinoamericano. http://www.esteticas.unam.mx/edartedal/PDF/Oaxaca/complets/mosquera_oaxaca.pdf  y en conversaciones que tuvimos en una entrevista inédita ratifica estos presupuestos.
[ii] Bourriaud, Nicolas. Contra la postmodernidad. http://www.artishock.cl/2013/09/contra-la-postmodernidad-y-la-cuestion-del-origen-entrevista-a-nicolas-bourriaud/   Entrevista realizada a Bourriaud por el autor de este texto.

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