CARIBE CONCEPTUAL
Claustro de la
Presentación/Cartagena.
Es
la segunda versión de la Feria de Arte Art
Cartagena desarrollada a comienzos de año en Cartagena de Indias. Los
organizadores de esta feria comisionaron al curador Santiago Rueda Fajardo para
curar la exposición titulada Caribe Conceptual.
Esta muestra logró despertar mi interés pues pone en práctica ciertas
teorías contemporáneas, que ya Gerardo Mosquera[i], incluso el mismo Nicolas Bourriaud[ii] han
puesto de manifiesto en su más recientes investigaciones sobre arte
contemporáneo: la cuestión del origen no es fundamental: Mosquera insiste que
no hay que pedirle pasaportes o libretas de identidad a los artistas y en
consecuencia a sus obras y, Bourriaud con mucha similitud, afirma que los
orígenes son problemáticos pues acentúan el fundamentalismo. Y cuando hablamos
de origen, nos referimos a esas posturas identitarias (postmodernas) que han
hecho de estas nociones, un feudo infranqueable creando verdaderos guetos, que
no aceptan nada que venga exterior de ellos y condicionando la producción
artística a encerramientos conceptuales. Aunque esta postura no niega la
experiencia del lugar, pues los artistas que componen la muestra, como dice
Rueda “están claramente marcados por la experiencia caribeña”.
Santiago
Rueda con su exposición logra acentuar esa idea que se tiene del Caribe, no
propiamente lo que es el Caribe. De ahí que lo que está en cuestión es el lugar
en sí. Desde el título de la muestra que ya es provocador, la idea del Caribe
Conceptual apunta a la idea más que a la región. No es para nada el
Conceptualismo en el Caribe. A mi pregunta ¿Cómo abordó esa idea curatorial?
Rueda responde:
“A partir de la invitación a construir una
muestra con artistas “de la costa” pensé en un concepto más amplio,
considerando al Caribe como un espacio geográfico y cultural diverso, extenso y
trasnacional. Así a partir de la invitación a seis artistas colombianos de
diferentes generaciones, que van desde Álvaro Barrios a William Aparicio,
escogí algunos trabajos que construyen de manera testimonial, alegórica y
conceptual al Caribe y a la experiencia de profunda mezcla cultural que hay en
él, desde la perspectiva, como acabo de afirmarlo, de seis artistas colombianos
contemporáneos”.
Caribe
Conceptual, es una propuesta curatorial
realizada juiciosamente por uno de los curadores y teóricos más relevantes en
este momento en Colombia que reúne dos figuras consolidadas como Álvaro Barrios
y Ofelia Rodríguez. Una artista con una trayectoria sólida como María Isabel
Barrios y tres artistas emergentes, William Aparicio, Fernando García y Emma
Ana, quienes pese a su juventud ya gozan de un prestigio nacional importante.
Cinco de ellos pertenecientes a la región Caribe y uno de ellos del interior
del país, lo que garantiza una apertura más allá del lo puramente regional.
Álvaro Barrios expone dos obras: la
primera : El mar de Blas de Lezo
(2015), que ya se había expuesto en su gran retrospectiva en la BLAA, recubre
toda la pared con papeles impresos de color azul en una de sus caras y en otra
de color rojo. Los papeles se ondean levemente como si fueran olas sobre
nuestra cabeza. Esta obra alude al héroe español que ganó la batalla a los
ingleses en la famosa Batalla de Cartagena. Barrios muestra las contradicciones
de una época donde se defendía a toda
costa un fortín de donde salían las riquezas hacia la Madre Patria. El
colora azul del mar, sin duda contrasta con su revés el rojo de la sangre que
se mezcló durante siglos por quienes detentaban el poder colonial. La segunda
obra de Barrios, Diálogo de Reinas
(2013), es una obra que se inscribe dentro del mismo registro de conflictos
coloniales donde los mares juegan un papel fundamental: La guerra de las
Malvinas como escenario histórico sirve de soporte a esta obra, donde se
mezclan en una correspondencia inventada por el artistas, las cartas de Evita
Perón, Margaret Tatcher y la Reina de Inglaterra Elisabeth II. La
correspondencia entre ellas deja entrever el conflicto entre Argentina y Reino
que fue muy álgido en la década de los ochenta.
William Aparicio expone dos grandes
fotografías bajo el título “La Playa”
(2014). En una de ellas los cuerpos de las turistas son masajeados con oleos
marinos, por los trabajadores informales del lugar, que se ganan la vida de
esta manera. Una mezcla entre erotismo y exotización es revelada en éstas imágenes,
cuestionando la idea del esparcimiento y la visión del turismo sexual. En la
otra fotografía vemos una cantidad de turistas sentados a la sombra de las
palmeras: la situación y le colorido, de ese hacinamiento vacacional, nos hace
recordar esas situaciones impresionistas pintadas a finales del siglo XIX por
Renoir. Hay bastante humor e ironía estas obras que logran mostrar una
situación diferente del turismo: el lugar de esparcimiento en “temporada alta” se
convierte en un verdadero parqueadero donde no hay lugar para la tranquilidad.
Emma Ana, con su obra “Mad In China” (2014) colecciona una
serie de vajillas de fabricación china, las que interviene a manera de collage.
Estas piezas, principalmente platos, se disponen en la pared, convirtiéndose en
el soporte de una imaginario local que se hibrida con la fabricación en masa.
Lo artesanal de lo local con la invasión global, “hecho en China”, cuestiona la
realidad del mercado y el estatutos de lo popular como elemento de consumo.
Estas obras al mismo tiempo materializan la idea de la identidad, pues a simple
vista parecen vajillas pintadas a mano con motivos caribeños. El pastiche se
instala cuestionando con ironía la idea de lo regional. Aquí ya no hay regiones
sino una intercambio de influencias y materiales.
Fernando García con su “Serie desnudos-El eslavón perdido”,
(2008-2013) realiza una serie de pinturas en óleo sobre madera de pequeños
formatos, que se reapropian de obras de la historia del arte de artistas como
Botticelli, Magritte, Bruguel, etc, En esas obras, se genera un tensión pues
los personajes han desaparecido extrañamente del plano de representación,
convirtiendo esas obras en verdaderos escenarios de un crimen. La desolación de
estas obras: La Venus de Botticelli
ha desaparecido, los personajes de Magritte ya no están en la escena y la
multitud de personajes de los cuadros de Bruguel han dejado también el
recuadro. Ese vaciamiento, recuerda la tensión entre la fotografía y la pintura
donde los sujetos ceden paso a los objetos.
Ya los sujetos no nos interesan decía Francis Picabia en el apogeo del
dadaísmo. García parece insistir en esto, pero estas obras se revisten de un
extraña sensación, siniestra diría Freud, pues nos son familiares esas
imágenes, extrañamente familiares. Los personajes parecen haber huido a otra
parte, como si ahí fuera a acontecer lo peor. No deja de arrancarnos una
sonrisa estas obras que desde mi punto de vista son de lo mejor de la
exposición.
María Isabel Rueda, presentó su obra de
gran formato “Yo soy también el otro” (2010) un alimón realizado con la
colaboración del artista mexicano Marcos Castro. En esta obra se ven los
animales de los escudos de México y Colombia (El Águila y El Cóndor) y ambos
parecen luchar con una gran serpiente, mientras varias mariposas negras y
blancas revolotean a su alrededor. Las mariposas negras, han sido siempre
signos de mal agüero, lo que acentúa la idea dramática de este combate de
sentimiento nacional y la serpiente si bien fue condenada al mismísimo infierno
por la visión cristiana, aquí recupera su fuerza pre-hispánica. Cada animal
parece luchar dentro de ese imaginario del sentimiento nacional de nuestros dos
países. Sin embargo la idea de la otredad, viene acentuada sin duda, por la
tragedia que vive hoy México similar a la que estamos tratando de dejar de lado
en nuestro país.
Finalmente
pudimos disfrutar de la obra de Ofelia
Rodríguez, quien hace parte de las pioneras del arte pop en nuestro
contexto. Sus obras pictóricas recuerdan mucho su universo plástico de una
cierta cultura pop que se enmarca dentro de la tradición caribe con lo popular
religioso de la región de Boyacá. Existe un sincretismo interesante en su
trabajo donde la influencia de estilos y tradiciones hacen de su “pintura” que
es absolutamente objetual, una obra en la cual podemos experimentar la
tradición y la contemporaneidad. Cosa bastante difícil cuando se trata de obras
que cuestionan la pintura pero sin
dejarla de lado. Una obra que desde hace tiempo ya, hace parte de la historia
del arte en Colombia, pues ha sido reconocida por los críticos Germán Rubiano,
Álvaro Medina, Eduardo Márceles Daconte y José Hernán Aguilar entre otros.
Caribe Conceptual es una apuesta curatorial
que enriquece el panorama de las feria de arte de Cartagena, que si bien tiene
una clara intención comercial, con este tipo de exposiciones logra situarse al
lado de las grandes ferias de arte como ARCO y ARTBO donde existe una verdadera
vocación pedagógica que trata de problematizar artísticamente el lugar donde sucede
el evento. No faltó quien cuestionara esta exposición por tildarla de falta de
investigación sobre el lugar. Sin embargo, Santiago Rueda logró una vez más,
realizar un trabajo serio que demuestra que el Caribe es mucho más que
playa, brisa y mar.
Ricardo
Arcos-Palma.
Cartagena de Indias-Bogotá; enero del 2015.
[i] Mosquera, Gerardo. Contra el arte Latinoamericano. http://www.esteticas.unam.mx/edartedal/PDF/Oaxaca/complets/mosquera_oaxaca.pdf y en
conversaciones que tuvimos en una entrevista inédita ratifica estos
presupuestos.
[ii] Bourriaud, Nicolas. Contra la postmodernidad. http://www.artishock.cl/2013/09/contra-la-postmodernidad-y-la-cuestion-del-origen-entrevista-a-nicolas-bourriaud/ Entrevista
realizada a Bourriaud por el autor de este texto.
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