Vistazo Crítico 87: Carlos Gaviria: un mar de mentiras.


Arte Y Política en Colombia. 
A Propósito De “retratos En Un Mar De Mentiras”, De Carlos Gaviria.

“Les films « politiques” d’aujourd’hui sont peut-être ceux qui nous permettent d’inverser les choses, en imaginant des formes politiques réinventées à partir des multiples manières dont les arts du visible inventent des regards, disposent des corps dans des lieux et leur font transformer les espaces qu’ils parcourent.” Jacques Rancière

Las palabras enunciadas por el filósofo francés Jacques Rancière a propósito de su conferencia “Conversaciones alrededor de un fuego, políticas del cine” dictada en el Centro George Pompidou en París, a la que pude asistir, propone en la escena de la imagen contemporánea un debate aun no dado en nuestro medio de manera académica, sobre la relación arte y política. El arte por fortuna va más adelante. En los años setenta, los realizadores Luis Ospina y Carlos Mayolo realizan su famosa película “Agarrando pueblo” (1977). Con esta película, Ospina y Mayolo se sitúan en clara y abierta oposición contra una cierta cinematografía latinoamericana y colombiana de corte político a la que denominaron “pornomiseria”, la cual se apoyaba en el neorrealismo italiano y portugués.

Chircales de Marta Rodriguez. 1971.
Cantata de Chile de Humberto Solás. 1975.

Entre estas películas encontramos ejemplos como “Chircales” (1971) y “Planas: testimonios de un etnocidio” (1971) de Marta Rodríguez, “Manuela” (1966) y “Cantata de Chile” (1975) de Humberto Solás, entre otros. “Agarrando pueblo” es una crítica abierta a este tipo de cine que era bien recibido y premiado en los grandes festivales europeos por mostrar la “realidad” de Latinoamérica. Ospina y Mayolo, realizan una cinta que pone en escena a un cineasta que busca “actores” filma lugares del hambre y la miseria en Colombia y maquillan una cierta “realidad social”. Por ejemplo cuando visten de mendigos, para la toma final de este documental a una familia de clase media baja, ellos insisten como protagonistas de su propia película, que lo más importante es hacer imágenes “limpias” que muestren la miseria del país. La escena se ve confrontada con la llegada de un mendigo a su propia casa (hecha con materiales de desecho), que saca a machetazos a al director de la película en la película (Mayolo) y al productor (Ospina), al asistente de sonido, al entrevistador , al camarógrafo y a la falsa familia. Y frente a la cámara “real” el mendigo dice “Aja, con que agarrando pueblo no???…”. El director y su equipo salen huyendo y en el suelo ruedan los dólares que le había dado el productor al mendigo para que deje terminar la toma más importante. El mendigo toma los dólares y se los refriega en el trasero (que lo exhibe a lo Mockus) y destruye la cinta que quedó en el suelo tras la huida del equipo de filmación.



Pero paradójicamente -y esta es una de las virtudes de esta película-, el mendigo, que en este caso “actúo” para Mayolo y Ospina, es un verdadero mendigo. El falso documental se muerde la cola y deja en la mesa la pregunta ¿cuál es el límite entre la realidad y la ficción? Ospina y Mayolo al insistir sobre la falsedad de la realidad de cierta cinematografía, dejan ver un sector de la sociedad que es real como cuando los gamines bogotanos se bañaban en la Rebeca en la misma película. El director en la película les tira unas monedas a esos gamines para que naden mientras los graba…. Un espectador, paseante desprevenido se acerca y les grita: déjenlos tranquilos (…) ustedes viene filman y se van a vender esto al extranjero… La crítica está hecha desde el arte, pero la realidad sigue ahí.


La película de Carlos Gaviria “Retratos en un mar de mentiras” (2010), muy cercana a la corriente neorrealista, realiza un retrato social de una familia del Caribe Colombiano instalada en Bogotá, que decide regresar a recuperar las tierras de su abuelo recientemente fallecido. Al regresar a esas tierras de la que ya no hay memoria, Jairo (fotógrafo ambulante) y su prima Marina (muda y amnésica) se encuentran en medio del conflicto del que una vez huyeron. Esta película es una historia donde el pasado se vuelve actualidad tanto para los protagonistas como para nosotros espectadores. En una reciente discusión sobre la película, los políticos Gustavo Petro (del partido de izquierda Polo Democrático Alternativo) y Julio Obdulio Gaviria (asesor presidencial del Partido de la U. de derecha del actual Gobierno) confrontan sus miradas e ideas sobre lo que esta película despierta. Este diálogo es interesante, pues no está realizado por especialistas del cine, ni por teóricos del arte sino por hombres políticos, es decir por aquellos que viven la cosa política en carne y hueso, aunque la conversación participa el propio Carlos Gaviria.

La pregunta sobre la realidad social y política del país, en particular en una zona de influencia guerrillera y ganadera del norte colombiano donde los paramilitares amparados por el Estado, propiciaron y lo siguen haciendo, un genocidio y un desplazamiento enorme de la población civil que era considerada auxiliadora de la guerrilla, se convierte en la esencia de la discusión. “Es nuestra realidad palpante… palpitante” dice Gustavo Petro y sentido opuesto José Obdulio Gaviria afirma ““Como cine, cine, para la historia del cine colombiano… yo no la incluiría como tal”. Para el primero es un retrato de la realidad social y política colombiana y para el segundo es una mala propaganda que tiene su público fuera del país. Para Gustavo Petro, esa película es parte fundamental de lo que es el país. Para José Obdulio Gaviria, eso hace parte de nuestra historia pero es una caricatura de la realidad, donde en Colombia hay otras cosas que hay que mostrar, pero que tendrá sin duda mucho éxito en Europa y Estados Unidos por su carácter propagandístico.



Frente a estas posturas encontradas de estos espectadores de la película y actores políticos de nuestro país, Carlos Gaviria dice: “La diferencia entre lo formal y lo real” debería suscitar este tipo de discusiones en el país. “Yo quería hacer una película sobre lo que yo sentía… viendo este país; yo creo que uno de los grandes problemas de una guerra tan prolongada como la que ha vivido Colombia –dice Carlos Gaviria-, es que la gente se insensibiliza con respecto… y se acostumbra a lo que está pasando; y no creo no es una mirada ni de un lado ni del otro; creo que es una mirada emotiva…”

La postura encontrada de los hombres políticos, matizada por la postura del artista, retrata de manera contundente, los recientes debates alrededor de la relación arte y política suscitados en Esfera Pública que de una u otra manera nos dejan ver dos facetas distintas del país en que vivimos. Así varios piensen que el arte no es político, los políticos si saben que el arte puede ser político, sobre todo, como dice Rancière en asuntos donde el arte de hacer visibles o invisibles, ciertas realidades sociales, nos atañen a todos los ciudadanos de un país que pasa por uno de los peores momentos políticos de su historia. En efecto Colombia, es un mar de mentiras, la política es un mar de mentiras, el arte es un océano de mentiras… En efecto, hay que seguir insistiendo que la realidad tiene que ver con la falsedad. Si Santos se perfila como nuestro próximo Presidente, no es porque sea muy sincero que digamos, sino porque es un gran mentiroso. El arte así como la política, se mueven entre la verdad y la mentira y la realidad siempre se ve matizada por esta tensión.


De acuerdo con Rancière, “las películas políticas de hoy (y por extensión el arte) son quizá aquellas que nos permiten voltear las cosas, imaginando las formas políticas reinventadas a partir de las múltiples maneras en las cuales las artes de lo visible inventan las miradas, disponen de los cuerpos en los lugares y les hacen transformar los lugares que recorren”. Es decir que, el arte político es aquél que es capaz de transformar nuestros hábitos, cambiar nuestra mirada, cambiar nuestro punto de vista y perspectiva de las cosas, inventando una mirada donde no hay imágenes posibles, donde la realidad ha sido pervertida por el exceso de invisibilidad de lo que debería ser mostrado. Y la película de Carlos Gaviria insiste sobre este aspecto.

Ricardo Arcos-Palma
Bogotá, Junio 4 del 2010.

Para completar este vistazo crítico vea la conversación entre Gustavo Petro y José Obdulio Gaviria a propósito de la película de Carlos Gaviria donde se ven dos posturas muy diferentes: eche un vistazo

Consulte este vistazo en Esfera Pública con discusiones..

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