Vistazo Crítico 76: Arte y política, el lugar de las artes en la sociedad.


Gaitán, detrás de Laureano Gómez: ambos se respetaban y se temían. Foto: Manuel H.


ARTE Y POLITICA, EL LUGAR DE LAS ARTES EN LA SOCIEDAD. Fragmentos del pasado que nos aclaran el presente.

Las Escuelas de Bellas Artes durante a finales del siglo XIX y comienzos del XX en América Latina particularmente la de México y la Brasil fueron muy influyentes en el panorama artístico y cultural de la región. Estas escuelas, bien entrado el siglo XX, están muy influenciadas por las ya decadentes Academias europeas como la de Francia y España principalmente fundadas bajos los preceptos de la Real Academia de Pintura y Escultura de 1648 que funcionaba bajo el impulso de Ana de Austria y, las posteriores modificaciones impuestas por el influyente artista Jacques-Louis David en la era post-revolucionaria hacia el año 1793, cuando la antigua Academia pasa a ser la Academia de Bellas Artes; con esto la academia se despojaba de los valores de la nobleza para impulsar el nuevo paradigma burgués. Las Escuelas de Bellas Artes Latinoamericanas fundadas bajo el precepto burgués del neoclasicismo, determinan el destino de las artes en los principales centros culturales de Latinoamérica. Tal es el caso de Bogotá y su Escuela Nacional de Bellas Artes de Bogotá fundada en 1886 cuyo primer director fue el Maestro Alberto Urdaneta[i]. “En un principio la escuela se plantea como una unión entre las Bellas Artes y Artes y Oficios, pero pronto va a separarse por cuestiones de orden político, pues la Constitución de 1886, promovida por el político liberal Rafael Núñez, pretende abolir el sistema político federal, donde cada provincia es autónoma, para centralizar el poder en un gobierno con sede en Bogotá. Este cambio posibilita la creación de la escuela en un ambiente político enrarecido donde conservadores y liberales van a generar una guerra implacable conocida como la Guerra de los Mil Días (1899-1902), que sumerge al país en una crisis económica y propicia la separación de Panamá, aún provincia colombiana. Luego, la hegemonía conservadora va a dirigir al país durante varios años del nuevo siglo XX.[ii]”

En este contexto, el artista e intelectual Roberto Pizano, residente en París en esa época de los años veinte, años de la famosa depresión económica, es invitado por el Gobierno Nacional para dirigir la moderna Escuela Nacional de Bellas Artes de Bogotá. El artista acepta con algunas condiciones: adecuar las instalaciones de la escuela y financiar el proyecto del museo de antigüedades basado en las copias de las grandes esculturas y grabados de la historia del arte. El gobierno conservador de Abadía Méndez[iii], decide financiar tal empresa, y un cargamento de esculturas provenientes de los museos del Prado, el Louvre y el Británico, comienzan una peregrinación por el Océano Atlántico a bordo de varios vapores como el barco “Venezuela” con destino a Puerto Colombia (actual Barranquilla) que traía una de esos cargamentos pedagógicos para la renovada Escuela de Bellas Artes en 1929 cuando Pizano ya era Rector de dicha institución. Los cargamentos remontaban río arriba el Magdalena hasta Girardot donde continuaban su camino en tren hasta la Estación de la Sabana de Bogotá. Pero la muerte del maestro Pizano lo priva de ver su proyecto terminado. Un año después de su muerte, el 9 de abril de 1930 se funda la colección en su honor.

En este momento la capital cuenta ya con Museo de Bellas Artes, lugar que va albergar la prestigiosa colección de yesos y grabados, y por distintas disposiciones gubernamentales esta colección a migrar de un lado a otro hasta su destino final en los años setenta: el Museo de Arte de la Universidad Nacional de Colombia. Al respecto el historiador Christian Padilla Peñuela dice lo siguiente: “Desde su llegada al país, la situación de la Colección Pizano estuvo ligada a la Escuela de Bellas Artes, ya fuera dependiendo de su localización o de las disposiciones de ésta para ser exhibida en otro recinto, es decir que su peregrinaje es por extensión el de la misma Escuela. La institución se alojó en el edificio de la Academia de la Lengua hasta 1933. El 30 de julio del mismo año, la Escuela abrió sus puertas en el edificio de la Facultad de Ingeniería (actualmente Museo Militar), donde se le cedió un amplio salón a las reproducciones que venían de ser exhibidas en el Colegio de San Bartolomé.[iv]” Luego la colección sigue su peregrinación a la nueva sede de la Escuela en la calle 10ª con carrera 8ª pero por su espacio inadecuado esta pasa a la recién inaugurada Biblioteca Nacional en el Museo de Reproducciones que en ese momento pertenecía a la Universidad Nacional de Colombia. En la década siguiente los años cuarenta, la colección pasa al panóptico que se convertirá desde entonces en el Museo Nacional y finalmente en las instalaciones de la Escuela de Bellas Artes de la Ciudad Universitaria en las décadas de los años cincuenta y sesenta.

Durante estos años la enseñanza de las artes a cargo de prestigiosos artistas e intelectuales se dispensaban en la Escuela de Bellas Artes de la Universidad Nacional de Colombia, donde se formaban artistas de reconocido prestigio: En la década de los setenta luego de los conflictivos sucesos estudiantiles, y el enrarecimiento político en todo el continente, donde proliferaban las dictaduras militares, el Museo de Arte Moderno refundado (1965) dentro de las instalaciones de la Ciudad Universitaria por iniciativa de la historiadora y crítica de arte Marta Traba, luego de haber sido cerrado por el dictador Rojas Pinillas, deja el campus para buscar su sede en el paisaje urbano capitalino. El arte entra en una especie de crepúsculo[v] que propicia el crecimiento de un arte conceptual apolítico[vi], en contraste al arte político de artistas como, Diego Arango, Clemencia Lucena, Pedro Alcántara, Nirma Zarate y Carlos Granada entre otros, que la crítica de arte decide marginar de sus discursos.

Al mismo tiempo la enseñanza de las artes se privatiza y surgen otras escuelas que se quieren demarcar de la tradicional Escuela de Bellas Artes: se fundan la facultad de artes de la Universidad de los Andes que venía se ser creada por Francisco Pizano hijo de Roberto Pizano; se crea también la Facultad de Artes de la Fundación Universitaria Jorge Tadeo Lozano. A finales de los ochenta antes de terminar la primera administración de centro del Alcalde Antanas Mockus, se consolida la Academia Superior de Artes de Bogotá durante la Alcaldía de centro derecha de Enrique Peñaloza, que se convertirá en 2005, durante la administración del Alcalde de Bogotá Luis Eduardo Garzón hasta entonces de izquierda, en la facultad de Artes-ASAB de la Universidad Distrital y a inicios del 2000 se crea la carrera de Artes Plásticas de la Pontificia Universidad Javeriana. La misma Escuela de Bellas Artes de la Universidad Nacional cambia su nombre por Escuela de Artes Plásticas a finales de los noventa. Toda huella hacia un pasado apoyado en valores burgueses en decadencia parece desaparecer. Hoy solo queda rastro en el nombre del edificio que alberga la nueva escuela.

Desde entonces, el panorama artístico local ha cambiado enormemente y varios son los actores principales de tal escena artística. A la influencia de la academia en la formación de artistas, gestores culturales e intelectuales, se le añade el poder político que no ha dejado de determinar la creación de espacios de reconocimiento y consolidación de artistas contemporáneos como los que apoya la Alcaldía local, Bancos y corporaciones (como el Banco de la República), Ministerios[vii] y ex presidentes como el caso del conservador Belisario Betancurt (y su influencia en editoriales prestigiosas) y el liberal César Gaviria quien ha creado su propia galería de arte (nueveochenta) apoyando a sus artistas protegidos con difusión de su pensamiento en medios masivos de comunicación como la revista Cambio, El Espectador, entre otros.

Las discusiones de hoy en la Esfera Pública del arte contemporáneo son un ejemplo perfecto de los espacios que se pretendía defender de una u otra orilla en Colombia hace ya varias décadas en un marcado bipartidismo donde otra opción política diferente era asfixiada. Cada posición deja entrever una postura política clara y diáfana en unas, oscura y densa en otras como aquella de los años cuarenta entre los artistas Ramón Barba e Ignacio Gómez Jaramillo[viii], que materializan las querellas intelectuales, políticas y estéticas entre un representante conservador como Laureano Gómez defensor de valores burgueses en decadencia y un socialista como Jorge Eliecer Gaitán[ix] defensor de un arte moderno y de vanguardia como el de Débora Arango y el de Carlos Correa[x]. El arte en este sentido es absolutamente político, pues es consecuencia directa de los intereses económicos y culturales de unas clases sociales en permanente fricción.[xi] Frente a esa vieja tensión surge una tercera vía donde la esfera del arte se apoya en lo ético, lo que Jacques Rancière llama “el giro ético de la estética y la política”[xii] y donde el arte hoy más que ayer debe ser absolutamente político. Esta posición hace frente a la nebulosa idea generalizada y consensual que consiste en afirmar que todo arte contemporáneo por el sólo hecho de ser contemporáneo es político. Frente a tal falsedad, queda una opción: desenmascarar las posturas ideológicas de lo apolítico de la política, por emplear la expresión ranceriana, que afectan el mundo del arte contemporáneo. Un pensamiento apoyado en la teoría crítica juega aquí un papel fundamental.

Ricardo Arcos-Palma. Bogotá, domingo 27 de septiembre del 2009 antes de ir a votar.

notas:
[i] Consultar la tesis del profesor William Vásquez: Escuela Nacional de Bellas Artes de Colombia: 1886-1899. Tesis de maestría en Historia y teoría del arte, la arquitectura y la ciudad. Universidad Nacional de Colombia. Bogotá, 2008.

[ii] Arcos-Palma, Ricardo. La colección Pizano: una aventura pedagógica en la época de la reproductibilidad técnica. En “El legado de Pizano. Testimonios de una colección errante”. Universidad Nacional de Colombia. 2009. p. 20.

[iii] Durante esos años el gobierno conservador de Abadía Méndez intenta sofocar el movimiento socialista en creciente aumento dado las condiciones políticas y la crisis económica de los años veinte. Estos movimientos populares son fuertemente reprimidos por el Gobierno con apoyo de las trasnacionales, tal como sucedió en la Masacre de las Bananeras de 1928.

[iv] Padilla Peñuela, Christian. La Colección a través del tiempo. Despertares de 80 años en recurrente catalepsia. En El legado de Pizano. Testimonios de una colección errante”. Universidad Nacional de Colombia. 2009. p. 59.

[v] Huertas Sánchez, Miguel Antonio. El largo instante de la percepción. Los años setenta y el crepúsculo del arte en Colombia. Universidad Nacional de Colombia, Bogotá, 2005.

[vi] Herrera, María Mercedes. La emergencia del arte conceptual en Colombia. Tesis de maestría en Historia. Pontificia Universidad Javeriana. 2009.

[vii] El Ministerio de Cultura, fue creado en 1997 durante el gobierno liberal de Ernesto Samper Pizano, en reemplazo de Colcultura creado a su vez durante el gobierno liberal de Carlos Lleras Restrepo en 1969 como parte del Plan de las Américas destinado a frenar la influencia cultural de la Revolución Cubana en el continente latinoamericano.

[viii] Carta del maestro Ignacio Gómez Jaramillo dirigida al Rector y al Consejo Directivo de la Universidad Nacional donde narra los hechos de cómo fue herido el maestro Ramón Barba con esquirlas de arma de fuego, luego que éste le había amenazado públicamente. Bogotá septiembre 28 de 1940. Archivo de la Universidad Nacional de Colombia.

[ix] Fundador del Salón Nacional de Artistas en 1940.

[x] Al respecto leer: Jaramillo, Carmen María. Una aproximación a la consolidación del arte moderno en Colombia y Lleras, Cristina. Politización de la mirada estética, Colombia 1940-1952, En Arte, política y crítica. Revista Textos N° 13. Documentos de Historia y Teoría. Maestría en Historia y Teoría del Arte y la Arquitectura. Universidad Nacional de Colombia. Bogotá, 2005. También consultar Padilla Peñuela, Christian. Jorge Eliecer Gaitán: Dinamita y mecha en el arte colombiano. En Mataron a Gaitán: 60 años, Bogotá, Universidad Nacional de Colombia. 2008.

[xi] Consultar Bourdieu, Pierre. Las reglas del arte. Barcelona: Anagrama, 1995, y Hausser, Arnold, Historia social de la literatura y el arte. Barcelona: Debolsillo, 2005.

[xii] Arcos-Palma, Ricardo. Estética, ética y política en la filosofía de Jacques Rancière. Conferencia inaugural en el encuentro internacional “Estéticas contemporáneas”, realizada el 8 de octubre del 2007 en La Paz -Bolivia y publicada en el 2009 en Estéticas contemporáneas, por la Fundación Simón Patiño y la facultad de filosofía de la Universidad Mayor de San Andrés.

Comentarios

dijo…
No sé qué importancia pueda tener demostrar encarnizadamente que el arte es una actividad política.
¿Podrías aclarar ese punto? tal vez si lo aclaras podamos llegar a alguna discusión productiva.
Por ahora, está bien digamos que sí, que el arte colombiano es cuestión de política, ahora bien ¿que con eso? ¿Le aporta dicha constatación algo a la actividad artística, a los espectadores del arte, a la sociedad?
Tengo que ser sincero Ricardo, la referencia a ese profesor Ranciere de la Sorbona no se tampoco que importancia pueda tener en Bogotá. No le veo aporte especifico alguno. Me refiero a las ideas no a las mistificaciones de personalidades.
También me parece que este texto no se sabe si es un resumen histórico sobre las academias en Colombia o un ensayo de opiniones con referencias difusas a la historia de las academias en Colombia.
Sobre que en ´la Esfera pública´´´ exista un espacio para diferentes posiciones en igualdad de términos lo veo más que dudoso.
Cualquier contradicción que se hace a la ideología dominante del arte actual (léase conceptualismo contemporáneo) es no tenida en cuenta, ignorado o dejada de lado.
Por favor no me digas ahora que las ideas del conceptualismo no son las hegemónicas en ese tipo de espacios.
Ricardo, respeto a Jaime Iregui y a la farándula que allí participa pero ¿aun crees que se discute de algo serio en Esfera Pública?
Estimado Dimo, le agradezco su comentario, en verdad me parece que es importante tener en cuenta que la política y el arte siempre han ido de la mano. Hoy no es nada diferente. Precisamente mi "encarnizamiento" como dice, tiene que ver que precisamente un sector de la cultura local, insiste que todo arte es político, pero creo que no se tiene claridad en qué es lo político.
De otra parte, lo de Rancière que es de la U. Saint-Denis Vincennes y no de la Sorbona, lo encuentro pertinente estudiarlo a cabalidad sobre todo cuando empieza a estar peligrosamente de moda.. Lo de Esfera Pública si me parece un espacio importante, pues demuestra en varias ocasiones la intolerancia, antes nuestros artista e intelectuales ivan armados (alrededor de los años cuarenta) hoy por fortuna, creo ya no es así, pero el lenguaje sigue siendo un arma importante. Cuando podremso construir sin personalizar las cosas?? Tu lo intentas hacer, yo también, así no estemos siempre de acuerdo, pero como sabes hay mucha intolerancia... Sin embargo eso crea opinión, y eso ya es bastante.
abrazos
Ricardo
Juan Sebastian Acosta dijo…
ME QUEDO PENSANDO (ENTONCES) EN DISCUTIR EL TALANTE ACTUAL DE LAS ACADEMIAS DE ARTE, SU RELACION CON LA PERSPECTIVA POLITICA DE ESTE Y SU LUGAR ENTRE LOS HACERES PEDAGOGICOS...
SOLO PODRIA REFERIRME A LA ESCUELA A LA Q PERTENEZCO...
PERO PARA TAN VASTO TEMA NO BASTA UN COMENTARIO RAPIDO...
ME SUGERIRIAS POR DONDE EMPEZAR RICARDO?