Vistazo Crítico 41: Renata Schussheim



Renata Schussheim y el retorno a la animalidad.
Por Ricardo Arcos-Palma

Ya habíamos mencionado en un vistazo crítico dedicado a Oscar Salamanca, la necesidad de escribir una historia de la animalidad frente a la hegemonia de la humanidad. Ese trabajo ya lo hemos emprendido en una investigación académica que se publicará en un futuro no muy lejano. ¿Por qué esa historia de la animalidad? Indudablemente aquí pensamos en ese camino abierto por Derrida y por Deleuze entre otros quienes se han atrevido a pensar la diferencia, lo otro. Como decíamos en esa ocasión, la historia del arte, esta atravezada por multiples referencias a los animales: desde la prehistoria, cuando los primeros “artistas”, dibujaban los bisontes, venados, mamuts y demas animales en un acto ritual para atraparlos simbólicamente antes de la caza, pasando por las representaciones préhispanicas de la América Latina, donde las figuras animales se mesclan íntimamente con las humanas, como la “Serpiente emplumada” en México o los ídolos de “Tierra adentro” en Colombia, el hombre jaguar, hasta las recientes obras de artistas contemporaneos como Jeff Koons quién hace escultura con materiales no convencionales como un globo inflado con helio: en la obra “06 Conejo” (06 Rabit 1986), vemos un conejo inflable de color métalico que deviene una especie de espejo; o en otra de sus obras “Balon Perro Rojo” (Ballon Dog (Red) 1994-2000). Las obras del artista méxicano Toledo también hacen alusion a este mundo animal, donde el escorpión, el conejo entre otros inundan sus pinturas y dibujos. Oleg Kulik deviene animal en su performance “Reservoir Dog” (1995): él completamente desnudo, se transforma en perro, y sale a la calle a ladrar a cuanto transeúnte encuentra. Así él ratifica su idea: “The animal thinks, therefore it exists” (El animal piensa, luego existe).
En la Grecia Antigua por ejemplo, las representaciones animales como “La puerta de los Leones" en Créta y las figuras fabulososas de minotauros, pégasos, sirenas, centauros y demás fauna mitológica, magníficamente representadas en escultura, dibujos y pinturas, nos dan una vez más cuenta del vínculo fundamental entre el ser humano y el animal. En el Oriente lejano, las figuras del “dragón” y el dios “mono”, o el famoso “León alado” de la tumba de Xiao Jing,o de las puertas del los templos persas, así como las figuras del zoodiaco chino, ( y en el occidental también), dan cuenta del amplio camino, recorrido por los animales dentro de la historia de la imagen y del imaginario colectivo de la humanidad. En el antiguo Egipto, donde las figuras demiúrgicas colosales de las esfínges y, de los dioses con cabeza de perro, que medían y pesaban las almas de los mortales. Durante el Imperio Romano, las representaciones en mozaico de las batallas, luchas y cacerías organizadas por el Emperador, nos muestran toda una serie de animales, importados directamente desde Africa, destinados a las fiestas para divertir al pueblo en el Coliceo, donde los gladiadores y esclavos se enfretaban a leones, panteras, elefantes, ciervos ... en una sangrienta fiesta. La tradición Católica, con su representación del pez, la paloma y de la oveja, como símbolos del Cristianismo y del bien, asi como la representación del macho cabrío (antiguo fauno) como la representación del mal encarnado en el diablo, atravezaron toda la Edad Media. En la India y en Africa (que tanto inspirara a los cubistas) así como en Australia y en el nuevo continente; enfin, la lista sería extremadamente larga e interminable, pero con ello nos damos cuenta que la presencia del animal en la historia de la llamada “humanidad” es contundente.




Ahora no se trata simplemente de aceptar al animal y saber que él está a nuestro lado sino darse cuenta que aquél puede ser tan humano como nosotros mismos. Esta apreciación tiende a poner al animal en una especie de similitud, de semejanza con lo humano a tal punto que él deviene humano y vice versa. El devenir animal, como lo enunciaban Deleuze y Guattari, es aquí una transformacion radical: no es el animal que se humaniza, es el ser humano que se animaliza, o mejor es él quién toma consciencia de su animalidad, como condición necesaria para un equilibrio existencial. “Los devenir-animales no son sueños ni fantasmas. Ellos son perfectamente reales. Pero de qué realidad se trata? Pues devenir animal no consiste a hacer el animal o a imitarlo, es evidente que el hombre no deviene “realmente” animal, poco más que el animal deviene “realmente” otra cosa (...) Le devenir animal del hombre es real, sin que sea real el animal que él deviene; y, simultaneamente el devenir-otro del animal es real sin que este otro sea real” (i). El caracter animal del ser humano es condicionado por la irracionalidad; pero qué significa realmente la sinrazón en un mundo donde el mejor de los equilibrios posibles lo da precisamente el animal y no propiamente el ser humano? Según las palabras de Deleuze y Gauttari, el devenir animal no es en sí una tranformación, sino más bien un punto de contacto, una “symbiosis” y “una alianza”. Lo que quiere decir que no existe contradicción sino un diálogo perfecto, en un desquilibrio aparente. Las figuras zoomórficas que alimentaron el imaginario de la Humanidad nos dan cuenta de ello.
En la literatura, Los cantos de Maldoror de Lautréamont, que como bien nos lo mostró Gastón Bachelard en el estudio de la obra de Isidore Ducasse, está atravezado por una tranformación de la animalidad: “Sorprendidos por estaenorme producción biológica, por esta confianza inaudita en el acto animal, hemos emprendido un estudio sistemático del Bestiario de Lautréamont. En particular hemos tratado de reconocer los animales más sólidamente valorizados, las funciones animales más claramente deseadas por Lautréamont. Entre los 185 animales del bestiario ducassiano, una estadística rápida da los primeros puestos al perro, al caballo, al cangrejo, a la araña, al sapo”(ii). Pero la más grande transformación de ese devenir animal de lo humano que las letras modernas nos han dado está en La Metamorfósis de Kafka: “Una mañana, al salir de un sueño agitado, Gregorio Samsa se despierta transformado en su cama en un verdadero parásito. Estaba acostado sobre su espalda dura como una coraza, y, levantando un poco la cabeza, se dió cuenta que tenía un vientre marrón en forma de colina dividida en dos nervaduras arqueadas. La cubertura, apenas retenida por lo alto de este edificio, estaba a punto de caer por completo, y las patas de Gregorio, lastimosamente delgadas para su enorme cuerpo, centelleaban delante de sus ojos”(iii). Rainer María Rilke dedica un la octava elejía a la mirada de la bestía y Albvaro Mutis nos cuenta de la memoria prodigiosa de los gatos, así como Chaparro Madiedo ensu novela urbana Opio en las nubes, deja que trip trip el Viejo Lerner y Pink Tomate (dos gatos) nos paséen por los bares bogotanos.
En el caso de Renata Schussheim artista argentina que expone actualmente en el Museo Nacional de Bellas Artes de Buenos Aires, el devenir animal es patente. Su exposición denominada Epifanía, que significa (aparición), nos muestra como el ser humano se animaliza. Podemos ver mujeres perro, hombres pájaro, sirenas, y un sinnúmero de transformaciones que nos hacen pensar en el Bosco y en un artista más cercano a nosotros Matthew Barney quienes asumen lo animal como una condición humana. En el caso de Schussheim, el devenir animal es una verdadera provocación para acercarnos a aquello que solo hemos considerado como algo lejano o algo subalterno. El animal de compañia está aquí en esa alianza perfecta de la que hablan Deleuze y Guattari. En un autoretrato a la artista le salen de la cabeza dos orejas de asno que bien podrían ser la de un conejo. Mucho de ironía en esta figura donde la noción de la mujer bruta y/o reproductora se exhibe sin complejos como asentúando esta falsa condición impuesta por una mirada machista. O las perras, que sentadas comodamente esperan que sus semejantes desfilen frente a ellas unas de tras de otras.
Sin duda este bestiario nos hace pensar que lo humano está hoy más que nunca cerca de lo animal. Claro en el caso de Renata Schussheim, la burla y la ironía comienza a quedarse atrás para exaltar esa condición de la animalidad, que lejos de ser una tara, pasa a ser una virtud. Pero esta condición animal no tiene nada de negativo, como bien lo desmotró Derrida, al contrario intenta deconstruir, esa idea que consideraba a lo animal como algo inferior, a tal punto de señalar a ciertos humanos como verdaderos animales y llevarlos al exterminio. La historia de la Humanidad está llena de estos ejemplos. En suma, la artista argentina, nos da la posibilidad de repensarnos como verdaderos animales donde lo humano pierde su egemonía y donde la Historia de la Animalidad (iv) continúa a escribirse.

Buenos Aires, octubre 19 del 2006.

notas.
(i) Deleuze et Gauttari. Mille Plateaux. Schizophrénie et Capitalisme2. Minuit. Paris, 1980. p. 291.
(ii) Bachelard Gastón. Lautréamont. México: Fondo de Cultura Económica. 1985, p. 24.
(iii)Franz Kafka. La métamorphose. Gallimard, Paris, 1955, p. 5.
(iv) La historia de la Animalidad es el título de uno de mis ensayos inéditos.

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