Últimamente en sección de noticias de este magnífico inquilinato de facebook, como suele llamarle nuestro querido Dioscorides Perez -quien por cierto fue expulsado de este paraíso de la red por l@s neoinquisodir@s, por atreverse a mostrar cuerpos casi en bola-, veo con muchísima frecuencia el verbo transitivo DESAFIAR.
Y aparecen interminables cadenas de selfies, carátulas de libros, discos, etc etc y los « desafíos » se replican hasta el infinito. Vemos notificaciones que todas se parecen: "acepto el reto", "acepto el desafío". Por unos momentos se puede pensar que valientes somos al aceptar ciertos retos y desafíos. Sin embargo la realidad es otra.
Yo mismo fui víctima de esa generosa invitación que me recuerdan a esas cadenas de oraciones que circulaban por whatsapp; vaya desafío poner diez « mandamientos » porque a algún desocupado en tiempos de pandemia se le ocurrió y luego uno en claro acto de venganza, pues no puede ser de otra manera, lanzamos la pelota a nuestro mejor amigo disque para « retarlo », « desafiarlo » si lo que está detrás de todo eso es hacerle perder tiempo y joderle la vida. Ah pero altruistas que somos replicamos ese mismo gesto una y otra vez, inundando y saturando la red. Y para colmo, cuando apenas estás saliendo de esa pesadilla, otro generoso amigo vuelve a « retarte », y la cosa se complica aún más cuando un tercero aparece. Tres por diez treinta desafíos en menos de una hora!
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