Hace algunos mas exactamente 2015 escribi un texto algo corto por exigencias editoriales sobre la obra HAMBRE Pecado inmoral del artista Jorge Torres Gonzalez que fue publicado en la Revista Kaypunku (Peru), dentro del corpus de un ensayo titulado "Arte y Politica en Colombia. Dos decadas del performance y del arte accion 1990-2010". Hoy retomamos este texto dado a que Jorge ha rememorado su propia obra en las redes sociales. Hecho que me parece afortunado, pues da cuenta de su actualidad: el hambre por la que atravieza la sociedad en general y el arte y los trabajadores de la cultura en particular. Yo he inisistido siempre que es bueno poder hablar de las obras si uno las ha visto o vivenciado. Y eso es lo que me paso exactamente con esta obra que pude ver en un Salon Nacional de Artistas: Urgente se titulaba y fue desarrollado en la ciudad de Cali-Colombia. Esa obra me impacto mucho desde entonces y viendo su actualidad y compromiso politico desde las practicas del arte contemporaneo, considero oportuno volver a traerla al ruedo, pues el HaMBRE sigue rondando al HoMBRE, asi como la guerra se lo devora al igual que hizo Saturno con sus priopios hijos.
Jorge Torres es una artista que ha explorado varios medios y en particular el performance. Oriundo de Bucaramanga cerca de la frontera con Venezuela, este artista con su obra “El hambre pecado inmoral” logra abrir un terreno de reflexión mediante el cual la situación del alimento se convierte en algo de lo cual no podemos enajenarnos. La acción-instalación despliega una serie de interrogantes sobre la palabra hambre y hombre: la letra “O” es remplazada por la “A” y el grado de humanidad se pierde por una condición que la azota. La palabra HAMBRE forma una especie de colchón realizado con prendas militares y se dispone en el suelo; la letra “O” está en otro lugar del espacio pues el artista ya la ha sustituido. Hay una serie de lanzas cuyas puntas aceradas han sido reemplazadas por las cucharas: 232 cucharas enviadas por el mismo número de personas que participaron indirectamente en la acción de forma colaborativa. Sobre esto el artista nos dice lo siguiente:
“Obra que altera los estados de la conciencia humana, dejando ver la realidad de la inmoralidad frente a la supervivencia singular y colectiva en nuestros contextos de guerra, esta obra es la vida misma y en mi contexto se desarrolló. Esta obra se creo o hizo entre personas de 11 países, ellos enviaron los cubiertos por correos y colaboraron para que la obra existiera y poder generar un ARSENAL para luchar contra el hambre de América Latina. Los moldes de las balas que se reparten como pasa bocas hacen parte de Indumil industria militar Colombiana. Con los mismos moldes que se fundieron las balas de verdad, copiamos sus formas para darle a la gente pasa bocas que son de papa, yuca y queso asumiendo la ironía, bajo la frase “matar el hambre y no el hombre”. Son 450 partes y 232 personas que colaboraron.”
El artista vestido de camuflado incursiona en la sala; él aparece ataviado de “municiones” que son frascos vacíos. Comienza a disponer de las lanzas, desplaza la letra “O” de su contexto y se acuestan en la palabra “Hambre”. La guerra por la supervivencia, por el alimento es evocado aquí con fuerza por Jorge Torres quien trata de llamar la atención sobre un problema que es crucial en este contexto: el alimento por el cual hombres y mujeres están sometidos a la miseria absoluta mientras otros tantos ignoran esta realidad.
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