TRIBU CANDY de María Isabel Vargas
En
las últimas dos décadas, ha existido un agudizamiento de una cierta idea de
retorno a las fuentes originarias sobre todo desde perspectivas decoloniales
que han planteado nuevas estéticas. Postura políticamente correcta que plantea
serios problemas desde una perspectiva híbrida y mestiza acorde a nuestros
tiempos, donde los esencialismos identitarios generan gethos ideológicos. Esas búsquedas a los orígenes son realmente problemáticas, tanto en
términos políticos como plásticos, tal como lo han planteado Silvia Rivera
Cusicanqui, Gerardo Mosquera y Nicolas Bourriaud entro muchos otros; este último afirma que “los
orígenes son fuente de fundamentalismos”[i], lo que ha generado incomprensiones y tensiones de orden religioso, étnico, sexual, etc. Desde esta perspectiva, el trabajo de María Isabel Vargas, asume una postura
crítica e irónica reinventando una tribu donde las identidades se trastocan con
maquillajes, collares y atuendos que recuerdan pasados pueblos y los actualiza
de manera radical insistiendo en esa complejidad de las identidades rígidas. Además esa tribu tiene una particularidad: es dulce.
La
exposición que la artista presentó durante el mes de octubre en la Fundación AP-ARTE, dentro del programa de artistas emergentes Experiencias Aparte, consiste en una serie de fotografías y cuadros de personajes que ya
hacen parte de esta nueva tribu, donde el dulce y el caramelo endulzan hasta el
empalagamiento la búsqueda incesante de la identidad dentro de esa cultura
postmoderna que tanto manoseó la noción del Otro. El otro surge aquí construido, maquillado y
retocado y quizá exotizado. Las fotografías son el resultado de una acción plástica mediante la cual la artista acoge voluntarios que desean hacer parte de esta nueva tribu:
vitrinas donde reposan, dulces de todos los colores y sabores, cuelgan de la
pared de la sala de exposición, haciendo compleja la instalación. El maquillaje es sugerido por cada rostro sin
importar el color de la piel, ni la edad y muchos menos el género: valores
estos fundamentales dentro de la búsqueda identitaria de la postmodernidad
decolonial.
La
artista nos dice lo siguiente sobre su obra: “Tribu Candy indaga sobre la experiencia de lo primitivos en el
individuo contemporáneo. Con esta indagación pretendo hermanar dos polos
aparentemente opuestos: la banalidad del consumo y lo trascendental del
individuo que afirma el sentido de su existencia a través de actos rituales
simbólicos”
En este sentido su obra insiste sobre un cierto anacronismo donde "lo primitivo" se actualiza en una contemporaneidad extremadamente compleja: el consumo insiste la artista, en este caso el empalagamiento del dulce que se posa en la piel de los nuevos integrantes de la tribu, genera una tensión con los aspectos rituales más profundos existentes en todos los individuos actuales.
Con
esta obra no puedo evitar pensar en el Cándido,
o el optimismo (1759) de Voltaire
donde, la inocencia y la ingenuidad asociado a lo dulce, hacen que sigamos
insistiendo en “que todo sucede por que sí”, en este “el mejor de los mundos
posibles”. La dulce tribu de María Isabel Vargas hace que nos interroguemos
sobre esa eterna adolescencia donde la búsqueda de la identidad sigue
preguntándose infructuosamente ¿de dónde venimos? ¿quiénes somos? como si la respuesta nos fuese a saltar a la vista.
El nuevo
pueblo se ha reinventado a través de un “ritual simbólico” que pone a dialogar el pasado con el presente; un pueblo
caramelo, una Tribu Candy que nos endulzará la buena conciencia de aceptación
del Otro, recuperado, reivindicado, salvado pero sobre todo construido e
inventado. El universo es dulce en la obra de María Isabel Vargas: esta sabor
abre una reflexión sobre todo en nuestra época, en que las restricciones
médicas nos impiden disfrutar de los dulces y sobre todo nos mantiene
empalagados con esa eterna y controvertida búsqueda de las identidades.
Otro aspecto que merece resaltarse en la obra de María Isabel es el de la pintura donde el juego como el de Candy Crush es fuente de inspiración. En la exposición existía un rostro pintado tomado de esa tribu de la que hemos hablado, y en el estudio de la artista hay una serie de pinturas de gran formato que están desarrolladas sobre este universo del dulce. Los dulces dejan de ser devorados para ocupar nuestro universo imaginativo donde la pantalla se convierte en el nuevo escenario de representación. Las telas de María Isabel tienen esta virtud de recrear este imaginario, donde los colores y las formas del mundo sintético generan una nueva estética. Una obra que se inscribe dentro del universo del neo-pop cobra mucha fuerza aquí. En la sala cuelga de la pared la palabra DIVINE escrita en caracteres propios del mundo publicitario. Queda instalado un dispositivo donde el mundo dulce contrasta con el mundo amargo en el que parece que estamos inmersos.
María Isabel Vargas es sin duda la artista revelación del 2015 y nos dará mucho de que hablar en los próximos años.
Ricardo
Arcos-Palma
Bogotá, octubre-diciembre del 2015.
[i] Nicolas Bourriaud “Contra la postmodernidad”
entrevista realizada por Ricardo Arcos-Palma. http://www.artishock.cl/2013/09/02/contra-la-postmodernidad-y-la-cuestion-del-origen-entrevista-a-nicolas-bourriaud/
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