Vistazo Crítico 137: Tribu Candy de María Isabel Vargas.



TRIBU CANDY de María Isabel Vargas

En las últimas dos décadas, ha existido un agudizamiento de una cierta idea de retorno a las fuentes originarias sobre todo desde perspectivas decoloniales que han planteado nuevas estéticas. Postura políticamente correcta que plantea serios problemas desde una perspectiva híbrida y mestiza acorde a nuestros tiempos, donde los esencialismos identitarios generan gethos ideológicos. Esas búsquedas a los orígenes son realmente problemáticas, tanto en términos políticos como plásticos, tal como lo han planteado Silvia Rivera Cusicanqui, Gerardo Mosquera y Nicolas Bourriaud entro muchos otros; este último afirma que “los orígenes son fuente de fundamentalismos”[i], lo que ha generado incomprensiones y tensiones de orden religioso, étnico, sexual, etc.  Desde esta perspectiva, el trabajo de María Isabel Vargas, asume una postura crítica e irónica reinventando una tribu donde las identidades se trastocan con maquillajes, collares y atuendos que recuerdan pasados pueblos y los actualiza de manera radical insistiendo en esa complejidad de las identidades rígidas. Además esa tribu tiene una particularidad: es dulce.


La exposición que la artista presentó durante el mes de octubre en la Fundación AP-ARTE, dentro del programa de artistas emergentes Experiencias Aparte,  consiste en una serie de fotografías y cuadros de personajes que ya hacen parte de esta nueva tribu, donde el  dulce y el caramelo endulzan hasta el empalagamiento la búsqueda incesante de la identidad dentro de esa cultura postmoderna que tanto manoseó la noción del Otro.  El otro surge aquí construido, maquillado y retocado y quizá exotizado. Las fotografías son el resultado de una acción plástica mediante la  cual la artista acoge voluntarios que desean hacer parte de esta nueva tribu: vitrinas donde reposan, dulces de todos los colores y sabores, cuelgan de la pared de la sala de exposición, haciendo compleja la instalación. El maquillaje es sugerido por cada rostro sin importar el color de la piel, ni la edad y muchos menos el género: valores estos fundamentales dentro de la búsqueda identitaria de la postmodernidad decolonial.


La artista nos dice lo siguiente sobre su obra: “Tribu Candy indaga sobre la experiencia de lo primitivos en el individuo contemporáneo. Con esta indagación pretendo hermanar dos polos aparentemente opuestos: la banalidad del consumo y lo trascendental del individuo que afirma el sentido de su existencia a través de actos rituales simbólicos”



En este sentido su obra insiste sobre un cierto anacronismo donde "lo primitivo" se actualiza en una contemporaneidad extremadamente compleja: el consumo insiste la artista, en este caso el empalagamiento del dulce que se posa en la piel de los nuevos integrantes de la tribu, genera una tensión con los aspectos rituales más profundos existentes en todos los individuos actuales.

Con esta obra no puedo evitar pensar en el Cándido, o el optimismo (1759) de Voltaire donde, la inocencia y la ingenuidad asociado a lo dulce, hacen que sigamos insistiendo en “que todo sucede por que sí”, en este “el mejor de los mundos posibles”. La dulce tribu de María Isabel Vargas hace que nos interroguemos sobre esa eterna adolescencia donde la búsqueda de la identidad sigue preguntándose infructuosamente ¿de dónde venimos? ¿quiénes somos? como si la respuesta nos fuese a saltar a la vista.



El nuevo pueblo se ha reinventado a través de un “ritual simbólico” que pone a dialogar el pasado con el presente; un pueblo caramelo, una Tribu Candy que nos endulzará la buena conciencia de aceptación del Otro, recuperado, reivindicado, salvado pero sobre todo construido e inventado. El universo es dulce en la obra de María Isabel Vargas: esta sabor abre una reflexión sobre todo en nuestra época, en que las restricciones médicas nos impiden disfrutar de los dulces y sobre todo nos mantiene empalagados con esa eterna y controvertida búsqueda de las identidades.


Otro aspecto que merece resaltarse en la obra de María Isabel es el de la pintura donde el juego como el de Candy Crush es fuente de inspiración. En la exposición existía un rostro pintado tomado de esa tribu de la que hemos hablado, y en el estudio de la artista hay una serie de pinturas de gran formato que están desarrolladas sobre este universo del dulce. Los dulces dejan de ser devorados para ocupar nuestro universo imaginativo donde la pantalla se convierte en el nuevo escenario de representación. Las telas de María Isabel tienen esta virtud de recrear este imaginario, donde los colores y las formas del mundo sintético generan una nueva estética. Una obra que se inscribe dentro del universo del neo-pop cobra mucha fuerza aquí. En la sala cuelga de la pared la palabra DIVINE escrita en caracteres propios del mundo publicitario. Queda instalado un dispositivo donde el mundo dulce contrasta con el mundo amargo en el que parece que estamos inmersos. 

María Isabel Vargas es sin duda la artista revelación del 2015 y nos dará mucho de que hablar en los próximos años. 

Ricardo Arcos-Palma
Bogotá, octubre-diciembre del 2015.



[i] Nicolas Bourriaud “Contra la postmodernidad” entrevista realizada por Ricardo Arcos-Palma. http://www.artishock.cl/2013/09/02/contra-la-postmodernidad-y-la-cuestion-del-origen-entrevista-a-nicolas-bourriaud/

Comentarios