FABIO MELECIO PALACIOS: EL CLAMOR DE LOS COTEROS DE CAÑA.
El tercer nominado al VI Premio Luis Caballero es el joven artista Fabio Melecio Palacios. Su obra titulada « Bamba, Martillo y Refilón » es una reflexión plástica en la que intervienen la instalación, el vídeo y la acción performancia. Esta obra insiste según las palabras del propio artista en una cuestión de la identidad (en este caso afro) y, « el clamor » de un sector social que ha dedicado el esfuerzo físico durante generaciones al trabajo de los cortadores de caña en el Valle del Cauca; región de Colombia donde el sistema de esclavitud se impuso desde épocas de la Colonia para el desarrollo económico pre-capitalista, donde así se haya abolido la esclavitud, el trabajo mal remunerado sigue manteniendo un sistema injusto donde la explotación de la mano de obra es el común denominador.
Esta obra es una extensión de la obra Bamba 45, donde en esa ocasión el artista contaba con una cuadrilla de cortadores de caña que se disponían a realizar lo que hacen desde siempre antes de emprender la jornada de trabajo: afilar sus machetes. Esta labor la realizó frente a la Gobernación del Valle como para hacer visible lo que sucede en con esta población discriminada y explotada laboralmente. De hecho en el mismo año 2008, se realizó una de las huelgas más importantes de coteros de caña donde se denunciaba el mal trato y la mala paga a la que son sometidos estos trabajadores, quienes tienen que trabajar largas jornadas, cubiertos hasta la cabeza con trajes de protección en un intenso calor.
Antes de entrar a la sala de exposiciones nos encontramos con un símbolo donde vemos las letras BMR; el símbolo reproduce idénticamente el logo de la BMW. Luego entramos al recinto y vemos una serie de machetes que penden del techo de la galería a algunos centímetros de nuestras cabezas. Todo el techo está sembrado de esos machetes. Al fondo en el ala norte de la sala, nos encontramos con tres bases sobre las que reposan cuidadosamente dobladas una camisa, con nombres, un par de guantes y un afilador y protectores de piernas. Al frente de estos objetos sobre la pared, reposan los machetes que utilizaron los tres coteros que hicieron la acción de afilarlos frente a los asistentes. Uno de esos coteros es el padre del artista.
Ver esos individuos, sacados de su contexto en un espacio expositivo no deja de crear una cierta tensión sobre lo que se muestra como arte. Pero esta obra si tiene una virtud es precisamente esa: desbordar el terreno del arte para llegar y tocar del plano social. ¿Esta obra es política? Sin lugar a dudas, pues pone de manifiesto y hace visible las condiciones laborales en pleno siglo XXI, de una parte de la población de origen afro, margina y olvidada por los medios de comunicación. Independiente de si esta obra gana o no el Premio Luis Caballero, pues falta aún ver los otros nominados para dar un dictamen, si logra abrir una ventana sobre la realidad social, y es en este sentido que esta obra es una de las más importantes expuestas ahora.
En este sentido esta obra no es fabuladora, no pretende recrear otra realidad: el artista nos muestra una realidad, la de una población en particular, la de su familia, la de su propia historia. Lo único que para mí aún me deja desconcertado es el logo que se encuentra a la entrada de la exposición: no entiendo la relación entre este logo que alude a una fábrica de automóviles alemana y lo que encontramos adentro. Hablando con la artista Liliana Angulo quien realizó una excelente charla sobre el artista y su obra, ella insiste en que ese logo crea una relación con la idea del trabajo capitalista. En fin, creo que es lo único que no va en esa obra, pero indudablemente esto no le quita mérito a la obra que hasta ahora es una de las más contundentes.
Ricardo Arcos-Palma. Bogotá, 15 de junio del 2011.
Postscriptum: El premio Luis Caballero, no me cansaré de decirlo, debería replicarse a nivel de los Salones Regionales y Nacionales de artistas. En esta versión hay artistas de otras regiones lo que ha roto el centralismo capitalino del Luis Caballero. ¿Será impensable ver un salón regional y un salón nacional con artistas financiados por mérito y no un salón regional y nacional donde se financian curadores que hacen todas las piruetas posibles y por haber para hacer cada vez más invisibles a los artistas y sus obras? El Ministerio a la cabeza de Jaime Cerón el asesor de Artes Plásticas, debería tener en cuenta el ejemplo del Luis Caballero, que sin duda ha logrado más en cuanto al estímulo y visibilidad de los artistas y sus obras que lo que han logrado las últimas versiones de los Salones regionales y nacionales. La última versión del regional y nacional daba verdaderamente vergüenza.
Eche un vistazo al vídeo:
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