RAFAEL LOZANO-HEMMER:
Signos e índices.
NC-arte.
Existe
una particularidad en las obras que ponen en relación el arte y la ciencia: la
interacción entre el espectador, que ya no es un espectador contemplativo y
pasivo, sino un verdadero activador, que hace que la obra sea una experiencia
corporal total, donde imagen y cuerpo crean nuevas relaciones perceptivas, que
comprometen todos los sentidos. Tal es el caso de la exposición Signo e índices del artista Rafael
Lozano-Hemmer, expuesta en la Fundación NC-arte en Bogotá, donde nuestro cuerpo
como activadores es confrontado a una serie de obras, que interrogan y amplían
nuestro campo perceptivo, limitado en ocasiones a la simple visualidad.
La
exposición consta de cuatro obras, Basado
en hechos reales, La media noche del
año, Almacén de corazonadas e Índice de corazonadas. La primera de
ellas, muestra un juego que invierte el papel de las cámaras de vigilancia,
donde el observado, pasa a manosear la cámara y se deja fotografiar por ésta.
El terror y sentimiento de ser vigilado que tanto denunciara Paul Virilio hace
ya más de tres décadas, desaparece aquí por completo cuando la cámara es
vulnerada por quien es consciente de su visibilidad y de su poder de activar o
desactivar el dispositivo. Estos “autorretratos” nos dejan ver esa inversión
radical de lo que yo he llamado “el desdoblamiento del punto de vista”[i],
donde el papel predominante de quien mira se ve trastocado.
En
la segunda, un “espejo” reproduce el torso y el rostro de quien se observa,
como si se tratara de una imagen de identidad. De golpe el activador reflejado,
se ve desprovisto de sus ojos, de los cuales sale una humareda como acentuando
esa vieja idea, de que el alma escapa por los ojos o que estos son el reflejo
del alma. El activador del dispositivo electrónico que se encuentra detrás del
espejo (Alicia estaría feliz de ver esto), logra arrancarnos una sonrisa de
emoción, al vernos despojados de mirada y ver como ella se esfuma sobre nuestra
cabeza. Imagen casi mística, que nos recuerda, a Santa Lucía, nos dice Andrés
García Larrota en el texto de presentación de la exposición. Nuestros ojos como
los de la Santa ha sido arrancados de sus órbitas y dispuestos con los cientos
de pares de ojos que ahora reposan en una base de datos. Pero todo esto por
supuesto es solo ilusión.
La
tercera obra insiste sobre el dispositivo indicial como huella digitalizada de
la identidad. Cada activador, deposita su dedo índice en una receptor de
huellas digitales, similar a los que hay en los aeropuertos, bancos y otros
sitios sensibles donde la identidad digital es prueba irrefutable que somos
quienes somos. Su huella, en este instante, comienza a hacer parte de un gran
banco de datos, generando un mosaico en una pantalla. Esta obra pone al
descubierto los dispositivos de control que existen en nuestra época, donde
estamos “fichados” en un gran fichero luminosos de identidades. Fantástica
imagen-huella que fusiona lo táctil, lo epidérmico y el sudor en un solo
instante luminoso.
La
cuarta y última obra, a mi juicio la más ambiciosa por su tamaño y lo que representa,
es un complejo dispositivo lumínico que captura las pulsaciones del corazón.
Nosotros activadores, nos subimos a un pequeño estrado y tomamos en nuestras
manos un par de varillas. Estas son receptores de nuestras pulsaciones que
alumbran un bombillo, el cual reproduce los latidos de nuestro corazón. Luego
esa pulsación es incorporada al “almacén”, que no es otra cosa que un techo
tapizado de bombillas, los cuales comienzan a prenderse y a pagarse intermitentemente. Estas
pulsaciones luminosas, me emocionaron mucho. Uno puede escuchar su corazón
latir, pero ver como late su corazón, sobre todo cuando éste ilumina la
penumbra es simplemente fantástico. De
hecho, nunca había visto latir mi corazón con tanta rapidez. ¿Será que estoy
enamorado? Me pregunté sin dejar de sonreír.
Ver
como una instalación como esta nos arranca con tanta facilidad una sonrisa, ver
la gente bajo esa techumbre de bombillas, mirando hacia arriba como tratando de
ubicar los latidos de su corazón que ahora están acompasados con cientos de
otros ritmos de corazones. Al respecto
el artista dice lo siguiente: “la idea de los ritmos repetitivos, de la música
minimalista (…) es música que repite ciertos patrones pero como está desfasada,
va creando resonancias y sonidos diferentes, lo mismo que cuando tu estás
viendo la instalación; no solamente ves el centelleo de un corazón sino que ves
un paisaje de corazones vitales que te rodean”[ii].
Sin
lugar a dudas, esta es una de las mejores exposiciones que pude presenciar al
terminar el año 2014 en Bogotá.
[i] ARCOS-PALMA, Ricardo. De la mirada al vistazo. El desdoblamiento del punto de vista.
Ensayo & Error, Revista del Pensamiento Contemporáneo. Bogotá, No.7 años 2000.
[ii] LOZANO-HEMMER,
Rafael. Propósitos del artista extraídos del video que realizó NC-arte para la
exposición. https://www.youtube.com/watch?v=clXSUkB_Cxo#t=74
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