VISTAZO CRÍTICO A DETENERSE A RESPIRAR.
En la sala de exposiciones del Centro Colombo Americano, se exhibe la muestra “Detenerse a Respirar” de los jóvenes artistas Natalia La Reina y Esteban Sánchez. Este proyecto se inscribe dentro de lo que Carlos Blanco director de la galería denominó Relevos: “como concepto de reemplazos sucesivos de artistas, grupos o géneros etc. en distancias o tiempos iguales dinamizan el ejercicio donde se propone una relación de grupo a manera de un gran experimento. Entre una puesta en escena, exposición, audiovisual y otra existirá un periodo “relevo” tiempo durante el cual entre el artista entrante y saliente se generara un proceso colaborativo que genera una interesante yuxtaposición. Todo será una gran acción colectiva continua con un resultado por descubrir.” Carlos Blanco insiste que este espacio genera una apertura hacia las prácticas artísticas contemporáneas donde cada artista o grupo se compenetra con la anterior. En esta ocasión el relevo dos, corresponde a Esteban Sánchez y a Natalia La Reina.
Esta exposición tiene una particularidad: la de mostrarnos otra faceta de hacer arte político. A mi pregunta si lo que ustedes hacen es arte político? Sánchez responde: “claro que sí; pero de otra manera con acciones y temas que en ocasiones no parecen trascendentales”. Recuerdo su anterior proyecto The love in the air, donde el amor fue el detonante de propuestas de varios artistas quienes insistían que con el amor el mundo puede ser otro, así como solía pensarse en los años setenta. La Reina en el texto de presentación de la exposición dice: “Cuando duele tanto ver violencia por todas partes y hastía que además se utilice tan recurrentemente como tema en el arte colombiano, como necesidad, clisé o facilismo; hay que detenerse a respirar, no sólo metafóricamente, hay que apartarse de todo buscando un lugar que resignifique el estar vivo de una manera tranquila y fuerte a la vez. Hay que limpiar los pulmones, la mente y el espíritu, hay que reencontrarse con la grandeza y simplicidad del aire, el agua y la tierra.” De tenerse a respirar es un señalamiento de un lugar que está cada vez más desapareciendo: el páramo. Ecosistema importante de nuestras cordilleras que por el recalentamiento planetario, parece estar condenado a desaparecer, frente a nuestra total indiferencia.
La Reina y Sánchez suben a esas cimas del Páramo del Cocuy, y realizan una serie de acciones que luego son llevadas a la sala de exposiciones a través del vídeo y la instalación. En una de esas acciones vemos a La Reina vestida con un traje de fieltro blanco (expuesto en la galería) en la cima de una montaña. Ella con los brazos abiertos parece intentar detener las nubes que pasan a su lado. Cuando parece que eso es imposible, ella se quita el traje y comienza a exprimirlo contra su cuerpo a través de un abrazo, cariñoso y tierno, para nada fuerte: su mejilla aprieta el traje y sus manos retuercen suavemente la prenda para hacer destilar agua pura que luego cae formando un riachuelo. Metáfora sencilla de un proceso que todos sabemos fundamental para el equilibrio del ecosistema, pero que cada vez más está en peligro. De esa acción en la galería se exhibe un frasco lleno de “Jugo de nube”; hermoso objeto que se convierte en un vestigio inestimable de lo que quizá en muy poco tiempo será tan preciado como el oro negro: el agua, por el cual varios países ya han iniciado su empresa predadora como Francia y Estados Unidos. Recordemos la famosa Guerra del Agua en Cochabamba Bolivia (2001), que generó un proceso social sin precedentes hasta la presidencia de Evo Morales y que logró que las multinacionales principalmente las francesas pagaran lo que realmente deben pagar por el preciado líquido.
Otra de las obras es la desarrollada por Esteban Sánchez, quien se detiene a comer hielo: su cuerpo en un proceso de enfriamiento devora con muchas ganas pedazos de nieve. Esta idea vuelve e insiste en el carácter vital del agua, como fuente de vida y energía. El título de la muestra alude directamente al aire: en efecto ese lugar que por fortuna ha sido declarado reserva natural, es una burbuja de aire puro. El aire Sánchez intenta atraparlo con una bolsa de papel que luego transporta a la galería, como si ese pequeño e importante gesto se convirtiera en la única manera de recordarnos que hay que respirar. Pero en un lugar como Bogotá, una de las tres ciudades más contaminadas del Planeta, esa acción es una verdadera fisura en nuestra conciencia.
En la sala encontramos otras dos acciones: La Reina mira un paisaje que se proyecta en la otra pared: cuando ella cierra los ojos, la imagen proyectada en la pared del frente desaparece. Esta obra más allá de artificio técnico, logra adentrarnos en esa relación de corporeidad, donde nuestro cuerpo por unos instantes logra tener frío. Así mismo esta sensación se ve acentuada por otra de las acciones de Sánchez que nos deja oir su respiración y el sonido que genera un recipiente de cristal frotando con una vara de metal, sonido que ce acentúa por la inmensidad del espacio.
En esos espacios donde el ser humano deviene ínfimo y se ve reducido a nada, paradójicamente aumente en humanidad. En esas obras hay un lejano vestigio del movimiento romántico alemán que insiste en el valor de la naturaleza y de la importancia del equilibrio entre ella y el ser humano. Pero el referente más directo que podemos encontrar es el artista contemporáneo polaco Frans Krajcberg nacionalizado en Brasil, donde el artista realiza una obra-combate contra los colonos predadores de la selva amazónica.
Los artistas insisten en la importancia de lo que significa hacer un alto y tomar el aire: “Esteban y yo, inmersos en una sociedad que nos pide día a día dar todo lo que podamos, enredados en afectos y desencuentros cotidianos, entendiendo que somos diferentes pero que nos gusta reír juntos; decidimos tomarnos de la mano para ir tras ese necesitado aliento, para acompañarnos en la búsqueda personal de lo que para cada uno significa respirar. Esteban ha luchado toda su vida para que sus pulmones no le fallen, ha estado cerca de la muerte desde que era niño y la considera su amiga, sabe que el aire es lo más valioso que existe pero que algún día podría escapársele. Yo por mi parte siempre he creído que la muerte ni siquiera sabe que existo y que no vendrá a buscarme en mucho tiempo. Amo los páramos desde que tengo memoria, cada vez que he ido a uno me he sentido aún más viva, más limpia y más segura de que soy fuerte y de que el aire nunca dejará de quererme” dice Natalia La Reina. Hablando con Esteban, con la respiración entrecortada, él insiste que el cambio es verdaderamente individual, interior, sólo así, un cambio podría ser colectivo. Como no pensar en Antonin Artaud quien afirmaba en términos similares al artista que la verdadera revolución es interior e individual.
Finalmente vemos en la sala de exposiciones una carpa, la misma que les sirvió de abrigo en esos diez días, donde se proyecta desde el interior una imagen de la Laguna de los Verdes, una de las tantas reservas de agua que aún existen en ese magnífico lugar, tan lejano para nosotros citadinos. En este mismo instante en que escribo estas líneas, la sirena de una ambulancia me recuerda que esos sitios como el Páramo del Cocuy son un verdadero tesoro. Y ahí radica quizá la importancia de la obra de estos artistas que conforman el colectivo Nadie Opina. Detenerse a respirar es una verdadera provocación estética en un mundo cada vez más industrializado donde la lentitud es proscrita y donde el acto natural de respirar es un verdadero combate.
Ricardo Arcos-Palma. Bogotá 21 de septiembre del 2009.
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